martes, 27 de diciembre de 2016

NAVIDAD EN ZURICH - Noviembre de 2016

Tenía ganas de conocer alguno de los famosos mercados de Navidad europeos pero nunca había podido organizar una escapada durante estas fechas. Este año casualmente dimos con unos vuelos en oferta y los aprovechamos para sacarme esta espinita. Seguramente los mercadillos de Zúrich no sean los más afamados pero sólo teníamos un fin de semana disponible y Zúrich es un destino “logísticamente” fácil. El vuelo es corto, la ciudad no es muy grande y nuestro objetivo es sencillo: algo así como pasear por el centro histórico, ver los mercadillos y degustar la gastronomía local. En este relato de viaje a Zúrich os explico nuestras andanzas por la ciudad Suiza durante el primer fin de semana de Adviento. Tuvimos suerte con el clima, no llovió apenas y la temperatura mínima no bajó de los 5ºC, cosas del cambio climático.


Volamos con Swiss el viernes por la mañana y en menos  de dos horas hicimos el trayecto Barcelona-Zúrich. Swiss Air nos pareció genial. Salió puntual, nos dieron desayuno a bordo (ya no estamos acostumbrados a estas cosas) y a mí pequeñaja le regalaron un avión de peluche que le encantó.

Una vez aterrizamos, nos desplazamos a la ciudad en tren ya que nuestro apartamento, el Inside Five, está a 15 minutos andando de la estación central, Zúrich Hauptbahnhof. El Zúrich Airport cuenta con su propia estación desde donde los trenes salen a reducidos intervalos hacia el centro. La verdad es que nos hicimos un poco de lío para encontrar el andén y tren correctos, ya que en ese momento los paneles informativos no funcionaban, pero salimos airosos. La duración del trayecto hasta el centro de Zúrich es de unos 10 minutos. Los billetes están disponibles en los mostradores y en las máquinas autoventa. El precio del billete individual es de 6 € para adultos (sólo ida) y de 3 € para niños menores de 6 años.


El apartamento lo reservamos en Booking, como hacemos normalmente. Está en una zona sencilla y tranquila, con bastantes locales y supermercados alrededor. Nos sorprendió la gran cantidad de familias hindúes que había en el barrio. Estos apartamentos dan la opción de alojar a los niños gratis si no necesitan cama extra. Como nosotros somos muy de compartir cama, escogimos esta opción y nos quedamos con un estudio para dos personas, aunque nos alojamos tres. No nos salió caro (para ser Suiza). Tiene servicio de limpieza diario. Concluyendo, si tuvieramos que volver repetiríamos alojamiento.

No podíamos acceder al apartamento hasta primera hora de la tarde pero nos permitieron dejar las mochilas allí. Las horas muertas del mediodía las aprovechamos para ir a comer en la cercana Limmanplatz. Localizamos un restaurante-cafetería, el Caffeteria am Limmatplatz, donde hacían menú de mediodía (sopa del día + plato de pasta). Allí expresamos nuestro primer  ¡Ualá, qué caro es esto! Dos menús y un café, nos salieron por 55€. Así que el resto de comidas las hicimos en casa o en McDonald’s varios. De vuelta al apartamento hicimos la compra en un Coop, la cadena de supermercados que vimos con más frecuencia y por lo menos nos aseguramos los desayunos y las cenas en casa.

Después de comer y descansar algo (y teniendo en cuenta que anochece a las 16:30) decidimos que la tarde del viernes la dedicaríamos a visitar el Christkindlimarkt. Este mercado está ubicado en el vestíbulo de la estación de tren principal, es decir, bajo techo, lo cual se agradece. Que sea interior no quiere decir que sea pequeño, tiene alrededor de 150 stands, cada uno más decorado que el anterior, donde se vende de todo. Está abierto durante el período de Adviento, que abarca los cuatro domingos anteriores al día de Navidad, así que nosotros lo visitamos recién inaugurado y a tope de gente. Lo más famoso de este mercado es el árbol de navidad central, completamente decorado con cristales de Swarovski que se iluminan y van cambiando de color.

Christkindlimarkt

La verdad es que tanta multitud nos agobió un poco, así que aunque había oscurecido y chispeaba, nos fuimos a pasear por los alrededores. De la estación central sale la calle comercial de Zúrich por excelencia,  Bahnhofstrasse, una de las más caras y exclusivas del mundo. Tiene una zona peatonal  pero en gran parte se circula en coche (nos cansamos de ver coches de alta gama), siendo también  un importante nudo de tranvías. En época navideña está absolutamente iluminada por miles de bombillas blancas, rojas y azules, popularmente llamadas Lucys. Sólo por ver los inaccesibles escaparates y sus decoraciones ya vale la pena el paseo. 

Bahnhofstrasse

La verdad es que no llegamos a caminar demasiado, ya que habiéndonos alejado sólo un par de calles de la estación, empezamos a escuchar villancicos. Sin darnos cuenta nos plantamos en otro de los mercadillos navideños de la ciudad, el Christmas Market de Werdmühleplatz. Éste es mucho más pequeño y tiene una única pero conocidísima atracción: el Singing Christmas Tree, un escenario escalonado que imita un árbol de navidad, donde se sitúan los niños de diferentes coros de la ciudad para cantar villancicos. Durante el mes de adviento, actúan todas las tardes a diferentes horas. Estuvimos escuchándolos un ratito, pero nos tuvimos que mover porque nos empezó a entrar un pelín de frío allí quietos. Los stands que hay en este mercado no son tiendas, sino puestos de comida y bebida. Allí degustamos nuestro primer Glühwein, el vino caliente especiado, tan típico del centro de europa y que nos gusta tanto. El vaso de vino salía por unos 5-6 €.
Singing Christmas Tree
Chrismas Market Werdmühleplatz

De allí fuimos volviendo tranquilamente para casa, entrando antes en una tienda de juguetes enorme y decorada a más no poder, que estaba en plena avenida y donde la peque se lo pasó pipa, achuchando todos y cada uno de los peluches que había. Está claro que la diversión está en cualquier parte.

Día 2 - Nuestra ruta por Zurich


El sábado nos levantamos y desayunamos tranquilamente (hace ya mucho tiempo que practicamos el slow-tourism) y hacia las 10 de la mañana volvimos a hacer el camino hacia la Zurich HB, que siempre fue el punto de partida de nuestros paseos. La ruta que seguimos fue algo similar a la siguiente: 


Este recorrido nos ocupó sólo la mañana. Zúrich es una ciudad pequeña y el centro se ve rápido. Evidentemente la visita se alarga si a uno le interesa  entrar a iglesias, museos o realizar alguna actividad (esto en invierno, claro, en verano me imagino una ciudad más viva). En nuestro caso paseamos, hicimos fotos y disfrutamos de ambiente de la calle. A mediodía volvimos hacia nuestro barrio, comimos allí y descansamos. Por la tarde, realizamos una ruta parecida pero en sentido inverso.

Desde la estación de tren cruzamos el río Limmat, en dirección a la estación inferior del Polybahn o Plaza Central. El Polybahn es un funicular con más de un siglo de antigüedad, todo un símbolo de la ciudad. Salva los 450 metros de altura que hay "entre el río y la montaña". La estación superior se encuentra en la zona universitaria, en concreto en la terraza de la Escuela Politécnica (ETH). Nosotros subimos andando, ya que nos pareció excesivo pagar 3€ por persona, por 2 minutos de subida. Desde la mencionada terraza se obtiene una de las mejores vistas de Zúrich.

Funicular subiendo hacia la Universidad

Vistas de Zúrich desde la ETH

Zúrich

Tras tomar unas cuantas fotos, fuimos zigzagueando colina abajo hasta llegar a una avenida, Mühlegasse, que seguimos intuitivamente. Hicimos bien, ya que esta calle es perpendicular a Niederdorfstrasse, que puede considerarse la vía principal del casco histórico de Zúrich. Va en paralelo al río Limmat, desde la estación inferior del Polybahn hasta la Grossmünster, y a cualquier hora es un hervidero de gente ya que está llena de tiendas, bares y restaurantes. Nosostros hicimos una primera parada de avituallamiento (café+donut) y una vez recuperados de la subidita a la universidad, seguimos el paseo por la zona medieval. Sin perder de vista la calle Niederdorf, subíamos y bajábamos por las callejuelas adyacentes, según veíamos alguna plaza, escaparate o lo que fuera que nos llamase la atención. Es especialmente agradable la Hirschenplatz, donde se monta el mercadillo navideño más antiguo de la ciudad (volvimos por la tarde a visitarlo), pero cualquier rincón tiene encanto en estas fechas.

Niederdorfstrasse

Spiegelgasse

Lucys
Poco a poco llegamos a la parte trasera de una de las iglesias principales de Zúrich, la Grossmünster. Su imagen es bastante conocida, gracias a los dos campanarios gemelos de su fachada principal, a los pies del Limmat. El edificio actual es románico con pinceladas góticas y fue construido entre los siglos XII y XIII sobre un templo anterior.

Grossmünster desde el río

Llegados a este punto abandonamos la ciudad vieja cruzando el río por el Münsterbrücke, el puente que une la Grossmünster con la Fraumünster, la otra imágen icónica de Zúrich. La iglesia actual, con su conocidísima torre puntiaguda verde, está construida sobre una antigua abadía para mujeres, de ahí su nombre. En el interior, su punto fuerte son las vidrieras, unas de Chagall, las otras de Giacometti. Nosotros no pudimos verlas, ya que la iglesia no está abierta siempre (consultar horarios) y la encontramos cerrada, of course.

Fraumünster y Peterskirche

Fraumünster desde Münsterhof

Ya con la intención de ir volviendo al apartamento, nos adentramos en la zona occidental de la ciudad, en dirección a calle Bahnhof. Esta vez la recorrimos prácticamente entera y pudimos constatar la exclusividad de las tiendas, edificios y restaurantes (y chocolaterías) que se acumulan allí.

La tarde la dedicamos otra vez a callejear, pasar frío y calentarnos con el vino especiado. Nos permitimos el capricho de hacer algunas compritas en los puestos navideños y probar una raclette, que nos gustó un montón. Y así acabamos nuestro fin de semana prenavideño, ya que el domingo deshicimos lo andado para volver a nuestra ciudad. Una pequeña cata de Suiza, que nos invita a volver en otra ocasión a conocer más y mejor este país.



RELATO DE VIAJE A ZURICH, por Miriam.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

3 DÍAS POR LA VALL D'ARAN - Agosto de 2016

Nuestra tercera escapada de este año ha sido durante el mes de Agosto. La idea era huir un poco del calor de Barcelona, así que pusimos rumbo al Pirineo; no acertamos mucho ya que las noches fueron frescas, pero durante el día tuvimos temperaturas superiores a los 30 grados. En este relato de viaje por la Vall d'Aran, os explico dónde nos alojamos y qué rutas escogimos durante nuestra corta estancia.

La Vall d'Aran (Era Val d'Aran en idioma local o Valle de Arán en castellano), es un lugar al que no me canso de volver. Para mí es uno de los rincones más especiales de Catalunya. Un paraíso, con montañas de más de 3000 metros, pequeños pueblos con sus iglesias de piedra desparramados por las laderas, ríos, cascadas y lagos...

Es un valle pirenaico situado en la esquina noroeste de Lleida. Sus fronteras administrativas son Francia, Aragón y las comarcas catalanas del Pallars y l'Alta Ribagorça, aunque tradicionalmente pertenece al área histórica de Occitania. Políticamente está considerada como una entidad territorial singular dentro de Catalunya, con órganos autónomos, el Consell General d'Aran y el Síndic Aranès y lengua propia oficial, el occitano/aranès. Hasta hace relativamente poco era una zona de dificil acceso (de hecho, en invierno quedaba aislado), pero actualmente podemos llegar allí de varias formas: atravesando el Túnel de Viella, en la N-230 de Lleida a Francia; por el Port de la Bonaigua, preciosa carretera que atraviesa las pistas de Baquèira; o bien desde Francia. Su capital es Viella i Mitjaran (Vielha e Mijaran en aranès). Su filón turístico es la nieve y las fantásticas pistas de esquí, pero el resto del año se está reciclando como destino familiar de primer orden.

El río Nere en Viella

La verdad es que queda alejado. Desde Barcelona hay unas 3 horas y media en coche, 4 horas si se hace alguna parada. Nosotros destinamos 4 días al viaje pero realmente el primero y el último contaron poco debido al desplazamiento. Nos alojamos en el municipio de Es Bòrdes, a unos 6-7 Km de Viella en dirección Francia. En ese momento había una alta ocupación en la zona y no encontramos apartamentos para alquilar (es el tipo de alojamiento que preferimos), así que nos decantamos por una habitación en la casa rural Pico Russell. Es una casa muy rústica en una finca antigua, pero nos gustó porque las habitaciones son muy amplias y ofrecen servicio de cenas (después de estar todo el día fuera, agradecemos cenar en casa y poder descansar). Es Bòrdes es muy pequeño y no tiene servicios. Esto era un poco rollo porque para desayunar y comprar cualquier cosa había que coger el coche e ir al pueblo de al lado. Aún así, está bastante transitado, ya que es punto de inicio y zona de paso de varias rutas de senderismo "famosillas".

Uno de estos recorridos de renombre, es el Camin Reiau. Es una ruta de 150 Km que pasa por todos los pueblos del valle, siguiendo los antiguos caminos que enlazaban unos pueblos con otros. Si se dispone de tiempo, una forma ideal de conocer el paisaje, la cultura y la historia de la comarca. A modo de Camino de Santiago aranés.


Nuestro alojamiento

Camin Reiau a su paso por Es Bòrdes

Aunque el patrimonio cultural de la Vall d'Aran es grande e interesante, en esta ocasión teníamos ganas de senderismo y la naturaleza. Como íbamos a estar poco tiempo y vamos con una niña pequeña, escogimos dos excursiones cercanas a nuestro campo base y de nivel fácil. La oficina de turismo en Viella y la web de turismo ofrecen un folleto genial, con el mapa del valle y una infinidad de excursiones señaladas y clasificadas según nivel de dificultad, que a nosotros nos vino muy bien. Cada una de las excursiones nos ocupó medio día. Las tardes las dedicamos a conocer algún pueblo.

El Saut deth Pish y el Valle de Varradòs

La primera mañana fuimos a ver uno de los saltos de agua más conocidos de Vall d'Aran, el Saut deth Pish. Antes, desayunamos y compramos pan, embutido y fruta en el pueblo de al lado, Bossòst. Una vez avituallados, cogemos el coche y conducimos por la N-230 en dirección Viella. En el desvío hacia el Pont d'Arròs, cogemos una pista forestal asfaltada (el Saut deth Pish está señalizado). Esta pista va bordeando el barranco del río Varradòs y es bastante estrecha; en algunas zonas no caben dos coches y hay que hacer maniobras, así que la subida puede ser un poco lenta. Tras 12 km aproximadamente, se llega a una pradera señalizada como Plan des Artiguetes, donde hay que dejar el coche. Hay que cruzar el río por un puente de madera y en no más de 5 minutos ya veréis las cascadas.

Saut deth Pish

El Saut deth Pish, en realidad son 2 saltos de agua. El mayor tiene unos 20 metros de altura y el agua cae en una poza de donde sale el segundo salto, de unos 5 metros. Enfrente hay un mirador de madera y a un lado, se ha acondicionado un camino (de fuerte pendiente) para poder observar la cascada desde arriba. Cerca del camino hay un pequeño refugio de montaña.

Pero la gracia de la excursión no son solo las cascadas, ya que sería demasiado corta. Más o menos en paralelo al río, discurre un camino que nos permite conocer parte del Valle de Varradòs, ver el cañón del río desde arriba, internarnos en el bosque o bañarnos en el lago. El entorno es maravilloso. Nosotros hicimos un picnic en una zona de sombra al lado del agua, nos mojamos los pies, vimos ratones de campo. Nuestra peque estaba encantada, vamos. Al ser una excursión de nivel cero la zona estaba bastante transitada, sobre todo por familias.


El entorno del Saut deth Pish

La Vall del Varradòs

Em seguiu?

Refrescándonos en el río

La Artiga de Lin y els Uelhs deth Joèu

Al día siguiente tenemos un plan similar. Queremos subir al Plan dera Artiga, hacer un picnic en la montaña y bajar hacia el mediodía para descansar y pasar la tarde por Viella.
Hay varias maneras de llegar, pero finalmente y para aprovechar mejor la excursión, nos decidimos por hacer una ruta circular que nos llevará a conocer varios rincones del Valle dera Artiga de Lin, según dicen, uno de los parajes más bonitos del Pirineo Aranès.

La primera señalización hacia la Artiga de Lin justamente está en Es Bòrdes, donde estamos alojados, pero antes de salir nos vamos hasta Bossòst para desayunar y comprar el picoteo. Por suerte, las excursiones que hacemos son absolutamente light y no requieren madrugar, ya que si no estos desplazamientos arriba y abajo serían una pérdida de tiempo.

Una vez tenemos la mochila y las barrigas llenas, volvemos a Es Bòrdes. En el centro del pueblo, está el cartel señalizando el camino a la Artiga de Lin. Desde aquí hay unos 6 Km por pista asfaltada hasta la Ermita de la Mair de Diu dera Artiga, donde dejamos el coche. Esta pista asfaltada va siguiendo el cauce del río Joèu y pasa por bosques, barrancos y fuentes. Mucha gente la hace caminando, ya que el paisaje es tan bonito que constituye una excursión en sí misma. Pero vayamos en coche o a pie, el punto de partida oficial es la mencionada ermita.

En principio, es posible continuar el trayecto y llegar al Plan dera Artiga en coche, pero ahora no lo es. El camino está vallado y hay una caseta donde os informarán sobre la zona. Una vez hemos aparcado, hay dos opciones: continuar andando, o coger unos trenecitos (2€ por persona y trayecto) que suben a la cabecera del valle. Nosotros subimos andando, of course. Avisamos de que, aunque no es dificil, el camino es de ascenso continuo. Paramos a hacer fotos y refrescarnos en la Hónt deth Gresilhon, medio fuente, medio cascada que, para ser verano, tiene un buen cauce!


Hont deth Gresilhon

Seguimos subiendo y unos kilómetros más adelante encontramos el aparcamiento de Uelhs deth Joèu. Como hemos dicho antes, este verano la pista está cerrada, pero en otras temporadas se puede circular en coche y aparcarlo en diversas zonas acondicionadas. En este punto podemos tomar dos direcciones según el sentido en que queramos hacer la ruta circular. Nosotros bajamos por una pista de tierra hasta llegar al primer objetivo de la ruta: els Uelhs deth Joèu.


Uelhs deth Joêu

En este punto surge el agua que viene del glaciar del Aneto y que ha viajado varios kilómetros bajo tierra, con una fuerza increíble. Poco después irá a unirse al río Garona. Aquí disfrutamos un rato haciendo fotos desde varios puntos y observando el agua, que tiene efecto hipnótico. Cuando nos cansamos, atravesamos el río por una pasarela metálica y empezamos a subir un tramo de escaleras, acondicionadas para salvar un fuerte desnivel.

Subida a la Artiga

Finalizado el ascenso llegamos a la pista (ahora plana) que nos llevará al Plan dera Artiga, nuestro objetivo final. El Plan dera Artiga es una preciosa pradera rodeada de cumbres de alrededor de 3000 metros. En algunas aún podemos ver placas de hielo y en otras temporadas pueden verse caídas de agua (no en nuestro caso). En el prado suelen haber animales pastando. Un arco de piedra nos da la bienvenida.


Plan dera Artiga

Es una pena porque la foto, tomada a contraluz y con una mala cámara no hace justicia a lo bonito que es. Escogemos un sitio a la sombra (estamos a más de 30ºC seguro) y nos dedicamos simplemente a observar el entorno mientras improvisamos unos bocadillos.

Tras este pequeño descanso (se están formando unas nubes que amenazan lluvia) nos ponemos otra vez en marcha. Seguimos el sendero que se ve en la foto, que nos llevará a la zona del Refugio de la Artiga. Aquí el camino vuelve a unirse con la pista asfaltada por la cual se puede circular en coche, es decir se puede llegar prácticamente hasta la pradera. Los trenecitos también dejan a los pasajeros aquí. Desde este punto sólo hay que empezar a bajar por la carretera que llegará hasta la Ermita de la Mair de Diu dera Artiga, donde tenemos el coche.


Las tardes, tras una buena siesta y una buena ducha, las dedicamos a conocer algunos de los pueblos del valle y a hacer compras en Viella. Pero esto ya es otra historia...

RELATO DE VIAJE A LA VALL D'ARAN, por Miriam.

viernes, 29 de julio de 2016

UNA SEMANA EN DINAMARCA (II) - Julio de 2016

... Viene de Una semana en Dinamarca (I)

Tras conocer una pequeña parte de la isla de Fionia, tomamos el camino de vuelta a Copenhague. Allí pasaremos los tres últimos días de nuestras mini vacaciones en Dinamarca antes de volver a Barcelona. Con mucha pena por dejar nuestra casita isleña, cogemos el coche y en aproximadamente dos horas, estamos en la ciudad.

Hemos alquilado un piso en Norrebro, un barrio al norte de lo que sería el centro turístico. Es una zona muy animada y la más multicultural de Copenhague. Aun así, nuestro piso está en una calle peatonal y tranquilísima, justo delante del parque más grande del barrio, el Hans Tavsens Park, que alberga el Assistens Kirkegard. Es un cementerio pero parece un jardín de lo bien cuidado que está, super agradable para pasear (no es broma). En una esquina del parque hay una guardería y un colegio, ambos con toboganes y otros juegos que son de uso público cuando no hay clases, lo cual nos va fenomenal. La avenida más grande del barrio se llama Norrebrogade, lo recorre de norte a sur y en ella puedes encontrar de todo, desde cadenas de ropa y supermercados hasta pequeños locales. Para ir al centro desde aquí hay líneas de autobús, aunque está claro que Copenhague es ciudad de bicicletas. A nosotros nos gusta bastante caminar y eso es lo que hacíamos, aunque teníamos casi media hora desde nuestra calle hasta Radhuspladsen, la plaza del ayuntamiento. 

Norrebrogade



Es importante saber que en toda la zona centro el aparcamiento es de pago y no barato precisamente. Nosotros estábamos justo en el límite de la zona de pago; a unos 5 minutos de nuestro piso, aparcar en la calle ya era gratuito, así que dejamos el coche por unos días.





Norrebro


En general creo que no tuvimos demasiada suerte con Copenhague. Gran parte de la ciudad estaba en obras, lo cual nos impidió ver varios sitios importantes. Y además, una tarde nos diluvió, así que también la dimos por perdida. Eso no quiere decir que no nos gustase, lo que vimos, nos gustó muchísimo. Además, los días que nosotros estuvimos allí se celebraba el festival internacional de jazz y había escenarios y música por todas partes, para compensar.






La primera toma de contacto la hicimos desplazándonos hacia la zona más al este de la ciudad, a la bahía del puerto de Copenhague, donde está la famosísima estatua de La Sirenita. La escultura de bronce, de 125 cm de alto, es el símbolo de la ciudad y la más fotografiada del país. Lleva en su pedestal desde 1913 (aunque en alguna ocasión se ha movido, ya sea para representar a Dinamarca en alguna exposición universal, o bien porque algún vándalo se la ha llevado) y evidentemente está inspirada en el cuento de Andersen. A pesar de que toooooodo el mundo se decepciona cuando la ve, a mí me gustó mucho, mirando melancólica hacia el mar Báltico a la espera de su príncipe. Lo que no me gustó, es que para hacernos una foto, tuvimos que luchar por un sitio con decenas de japoneses, pero al final la obtuvimos. Ja!

Den Lille Havfrue

Siguiendo por el paseo del puerto, Langelinje, nos acercamos a Kastellet, la ciudadela o antigua fortaleza militar. Hoy es un bonito parque en forma de pentágono, con un baluarte en cada una de sus esquinas y  rodeado por un foso y otro sistema defensivo exterior.


Aunque es de uso público aún pertenece al Ministerio de Defensa. Algunos de los edificios que alberga tienen actividad oficial, como por ejemplo la Casa del Comandante, residencia actual del jefe de la defensa danés, o las dependencias militares exteriores. Hay dos puertas de entrada mediante puentes. La puerta más al norte, por la que accedimos nosotros, es la más sencilla. La salida por la puerta sur es más interesante, ya que accedemos a Churchillparken, otro de los “pulmones” verdes de la ciudad. Nada más salir de Kastellet tenemos ante nosotros las dos construcciones más visitadas del parque, la enorme Fuente Gefión (basada en la leyenda del origen de la isla de Selandia) y la Iglesia anglicana de St. Albarn. El paseo por esta zona nos llevó unas tres horas, tomándolo con mucha calma.

Puerta Norte 
Cruzando el foso

Fuente Gefión

St. Albarn desde el Kastellet

El siguiente día de nuestra estancia en Copenhague realizamos la ruta que veis a continuación. Puede parecer larga y con muchas cosas para ver (y realmente lo es). Lo que nos pasó a nosotros es que nos encontramos hasta tres zonas en obras, lo cual nos impidió disfrutarla al máximo. El hecho de no parar en estos puntos, hizo que el paseo se alargase. Empezamos en la Plaza del Ayuntamiento (Radhuspladsen), seguimos toda la calle Stroget hasta la Plaza del Rey (Kongens Nytorv), cruzamos a Nyhavn y de aquí fuimos paseando hasta Amalienborg, el Palacio Real y la Iglesia de Mármol (Frederiks Kirke). A la vuelta hicimos el mismo recorrido, pero desviándonos ligeramente para ver el Teatro Real Danés (Skuespilhuset) y parte del puerto. Este recorrido, sumado a la media hora de desplazamiento desde nuestro apartamento hasta el centro, hizo que acabáramos cansadísimos.

Mapa de la ruta por el centro de Copenhague

La Radhuspladsen es el centro neurálgico de Copenhague, su Puerta del Sol, por decir algo. En esta ocasión estaba parcialmente en obras así que no pudimos verla en todo su esplendor. Aun así, nos dimos cuenta de que está siempre a tope de gente, está claro que por aquí hay que pasar sí o sí. Su imagen más emblemática es el edificio del Ayuntamiento con la torre del reloj y al lado el edificio del Hotel Palace, ambos de típico ladrillo danés. Hay otros “adornos”, como la fuente del dragón o la estatua de Andersen, que no vimos. En el lado opuesto al Palace están los Jardines del Tívoli, el edificio acristalado de la confederación de industrias danesas y la conocida como “Chica del tiempo”.

Detalle del Ayuntamiento
El Tivoli en una esquina
La chica del tiempo, aunque ya no funciona

La plaza del Ayuntamiento es el punto de salida de la calle Stroget, la calle comercial y peatonal más larga de la ciudad (y según leímos después, de Europa). Entre tramo y tramo de la calle, vamos pasando por diversas plazas. No sabemos si es siempre así, pero estos días de principios de verano están a tope de gente y artistas callejeros. Vemos todo tipo de tiendas, de lo más caro a lo más barato; la Royal Copenhaguen (tienda de porcelanas); el museo de los récords Guiness, etc. También vale la pena desviarse por alguna calle perpendicular a Stroget, quizás menos comerciales y con más “sabor a barrio”.

Calle Stroget

Plaza Kultorvet

Calles laterales

Tras más de 1 Km de recorrido llegamos a la Plaza Kongens Nytorv, también en obras. Pero en este caso es más dramático todavía, ya que está completamente vallada. No se puede ver absolutamente nada y lo único que podemos hacer es darle un rodeo para llegar a Nyhavn. Dicen que es la plaza más bonita de la ciudad, adoquinada y con jardines, sede del Teatro Real. ¿Es mala suerte o no?  Seguimos nuestra ruta y llegamos a Nyhavn, que significa Puerto Nuevo, aunque ya tiene unos siglitos… Es otra de las imágenes conocidísimas de Copenhague, junto con la Sirenita, así que si llega a estar en obras me da algo. Es un canal artificial que se creó hacia el siglo XVII para permitir que el mar se internara en la ciudad, hasta Kongens Nytorv. Posteriormente, Copenhague creció tanto que engulló el canal y ahora éste queda en el centro histórico. En su momento fue un barrio marinero con un poco de mala fama, pero hoy es una zona de lo más fotogénica, con sus casas de colores a ambos lados y embarcaciones en el agua, incluyendo barcos antiguos de madera que ya no se usan pero dan un aire nostálgico. Cuando llegamos aquí, el cielo se cubrió de nubarrones negros y amenazadores pero aguantó sin llover, así que pudimos hacer un millón de fotos. La parte izquierda (mirando al mar) está llena de restaurantes y bares con terrazas, es una zona muy animada y por lo que vemos, no sólo para turistas. Por cierto, nosotros no lo hicimos, pero desde aquí puede cogerse barcos de paseo para hacer excursiones.

Amenaza tormenta en Nyhavn
Pero da igual!
Nyhavn

Recorremos el canal por la parte de la derecha hasta prácticamente el final y lo cruzamos por un puente desde el cual hacemos dos millones de fotos más. Seguimos andando dirección Amalienborg por una calle con varias embajadas y algún hotelazo hasta que llegamos a la zona de palacio. El Amalienborg Slot es un conjunto de cuatro espectaculares edificios alrededor de una gran plaza adoquinada abierta (es como una rotonda), con una gran estatua ecuestre en el centro. Es la residencia oficial de la familia real, pero sólo en invierno. Además de las zonas privadas, donde viven la reina y el heredero y su familia, hay zonas visitables como el museo de palacio o los jardines. Nos hicieron gracia los soldados de la guardia real con sus casacas azules y sus mega gorros negros, en sus garitas o paseando por el perímetro del recinto. Al igual que en otros países, aquí también se hace un cambio de guardia muy turístico. A las 11:30 de la mañana, los soldados salen del palacio de Rosenborg y vienen caminando hasta Amalienborg, donde hacen el cambio de turno. Ojo, la ceremonia sólo se da si la reina está en el palacio.

Amalienborg Slot

A pocos metros de Amalienborg y saliendo por la Frederiksgade está la Iglesia de Frederik, Iglesia de Mármol (Frederiks Kirke – Marmorkirken) para los daneses. Es una construcción de estilo barroco-rococó coronada por una impresionante cúpula que está inspirada en la de San Pedro del Vaticano (esta última sólo la he visto en fotos, no puedo verificarlo :P ). Pues bien, la Iglesia de Mármol casi tenemos que verla en fotos también, porque todo su perímetro estaba en obras. Así que por puro cansancio y hastío no llegamos a entrar. Aun así, el interior es espectacular gracias a la decoración de la cúpula, así que no sigáis nuestro ejemplo. La entrada es gratuita y además se puede subir a la cúpula, pero sólo en horarios muy limitados.

Amalienborg con la Iglesia de Mármol al fondo

Volvemos sobre nuestros pasos, pero el camino de regreso lo hacemos con una pequeñísima variación. En lugar de regresar a Nyhavn por la calle de las embajadas, vamos hasta el paseo marítimo donde se encuentra el edificio del Nuevo Teatro Real Danés (Skuespilhuset). Desde aquí observamos la orilla contraria del canal, la isla de Amager, donde hay otras “atracciones” turísticas  tan diferentes entre sí como la comunidad libre de Christiania y el mejor restaurante del mundo, el Noma. Después de este palizón, nos tomamos una cervecita en Nyhavn (no tan cara como esperábamos) y volvemos a casa.


Como todo no va a ser cultura y además vamos con una peque de tres años, nos guardamos un as en la manga para el penúltimo día: el Tivoli. Es el parque de atracciones más antiguo del mundo y no nos lo queríamos perder. Aunque evidentemente está modernizado y se van añadiendo atracciones según pasan los años, tiene un ambiente a antiguo que nos gustó mucho. Fuimos a primera hora y aun así, ya había una cola considerable. Ojo, la puerta no está en la fachada que da a la plaza del Ayuntamiento, sino en un lateral. Hay varios tipos de entradas, que compras tú mismo en unas máquinas expendedoras en el exterior: la más barata es la que sólo da derecho a entrar y vale unos 15 euros al cambio (los menores de 8 años no pagan);  a partir de aquí, podéis comprar la entrada y algún tique suelto para subir a las atracciones o bien una entrada “todo incluido” (ésta sí la pagan los menores). Era la primera vez que nosotros íbamos a un parque de atracciones y no sabíamos si nos iba a salir a cuenta el todo incluido (imaginaos que la niña coge miedo en la primera atracción y ya no quiere probar ninguna más). Compramos la entrada barata y una vez dentro nos subimos a dos atracciones sencillas que fueron un éxito. De todas formas, el paseo ya vale la pena. Además hay parques infantiles geniales, instrumentos musicales, animalitos, etc… que son gratuitos.






ROSKILDE

Durante los pocos días que pasamos en la capital sólo cogimos el coche una vez y fue para hacer una excursión a la ciudad de Roskilde, a una media hora de Copenhague. La ciudad es conocida por varios ítems turísticos: la Catedral, el Museo Vikingo y el Festival de música de Roskilde, uno de los mayores de Europa. Nosotros queríamos conocer la catedral y si podíamos el museo, pero la catedral nos gustó tanto que pasamos parte de la mañana dentro.

Es de estilo gótico y Patrimonio de la Humanidad desde 1995 y aunque el exterior puede parecer homogéneo, ya que es enteramente de ladrillo rojo, su interior es un batiburrillo de estilos (extensiones laterales, porches, capillas, etc). Esto es debido a que aquí se vienen enterrando los monarcas daneses desde el siglo XV, y cada uno se ha hecho la sepultura a su gusto, así que el interior del edificio ha sufrido varias modificaciones. De hecho, actualmente se está remodelando una zona para dar cabida al futuro sepulcro de la reina actual, Margarita II. Incluso hay expuesta una maqueta de lo que será su tumba, un ataúd de cristal estupendo. Actualmente, la entrada cuesta unos 10 euros al cambio.

Catedral de Roskilde

La Nave Central

El Reloj de San Jorge

Detalles

Capilla de Christian IV

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Otros datos:

Dinamarca es un país caro para nosotros y además todo es de pago, así que cualquier despiste puede desviar el presupuesto unos cuantos euros. Nosotros no cogimos ningún transporte público e hicimos pocas comidas fuera de casa, pero las veces que pisamos un restaurante, la cuenta no bajaba de los 60 euros. En los supermercados nos sorprendió la poca variedad de alimentos, sobre todo frescos (congelados y comida preparada, bastante más). El año anterior habíamos estado en Amsterdam y pensábamos que era la ciudad de las bicicletas, pero Copenhague (y el resto del país) no se quedan a la zaga. Cualquier pueblo o ciudad están absolutamente preparados para las bicis, con unos carriles a veces mejor acondicionados que la acera. Además las bicis se dejan en plena calle, apoyadas en las fachadas y sin cadenas, el nivel de robos debe ser muy bajo. El clima nos acompañó bastante, no nos vamos a quejar. Llovió fuerte una tarde (que pasamos en Ikea; sí, Ikea) y el resto fueron lloviznas insignificantes. Aunque por las noches refrescaba, durante el día la temperatura se mantuvo siempre entre 16 y 20 grados, ideal para hacer turismo sin pasar frío ni calor. Eso sí, aunque estábamos rodeados de mar, la playa ni pisarla. Ah, y puede parecer obvio, pero nos encanta que todo el mundo, toooodo el mundo habla inglés. ¿Cuándo aprenderemos?

Además de guías de viaje en papel, estas son las webs que más nos ha ayudado:
http://www.visitdenmark.es/es/dinamarca/turismo-en-dinamarca
http://www.egeskov.dk/en
https://www.tivoli.dk/en
http://www.visitodense.com/ln-int/odense/visitodense-0

RELATO DE VIAJE A DINAMARCA, por Miriam.