Viene de Vacaciones en Creta (III)
La mañana del domingo nos despertamos demasiado temprano,
incluso para lo que solemos madrugar nosotros. De hecho, fuimos los primeros en
ir a desayunar y las camareras aún estaban montando el buffet (que por otro
lado, estaba todo buenísimo). Una vez desayunados, en el agroturismo poco se
podía hacer (además de haraganear, reposar, relajarse…). La piscina aún no
estaba abierta y hacer una excursión por los campos de los alrededores, con una
temperatura que ya superaba los 30 grados a las 8 de la mañana, pues… como que
no apetecía. Entonces pensamos, ¿y si…
nos vamos a ver las ruinas de Knossos? De entrada no estaba en nuestros
planes visitar el recinto arqueológico por varios motivos, uno de ellos es que
no sabíamos demasiado bien cómo encajarlo en nuestro calendario, ya que no nos
quedaba muy a mano y no nos queríamos dar tostones de coche. El calor nos echaba
un poco atrás. Por otro lado y precisamente por la temperatura, también habíamos
renunciado a conocer la Garganta de Samaria. Así que nos encomendamos a San Cristóbal,
patrón de los viajeros y nos lanzamos por las montañas de Creta, curva arriba,
curva abajo, hasta llegar a Knossos.
La zona está a unos 5 km de Heraklion y el
Palacio está bien indicado. Como recibe hordas de turistas, lo mejor es ir
temprano para evitar agobios. Además, alrededor hay varios parkings de pago
pero también alguno gratuito que se llena el primero, claro. Dado nuestro
madrugón, no hicimos mucha cola para entrar, nada que ver con la cola de gente
que había ante las taquillas cuando nos íbamos.
Como pasa muchas veces, la realidad histórica se entrelaza
con la leyenda. El recinto arqueológico de Knossos está considerado como el
centro y punto más representativo de la Civilización Minoica, una cultura
neolítica exclusiva de la isla de Creta y que se extinguió hacia el siglo 5 AC.
Recibió el nombre de minoica precisamente cuando el arqueólogo Evans
(principios del s.XX) desenterró la mayor parte de las ruinas de Knossos y las
relacionó directamente con el mítico palacio del Rey Minos, mencionado en la
Odisea de Homero, el mismo que mandó construir un laberinto para encerrar al
famoso Minotauro.
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Cuernos de la Consagración |
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Fresco de las Procesiones, Propíleo Sur |
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Fresco del Toro, entrada norte |
El complejo es enorme y está distribuido en varias alturas.
Una vez se accede, pueden recorrerse libremente las diferentes construcciones:
el megaron del rey y el de la reina (con el fresco de los Delfines), el salón
del trono, el fresco del Príncipe de los Lirios… El Propíleo Norte es la
antigua entrada norte del palacio y actualmente es la fotografía más conocida,
gracias a las columnas rojas que esconden el Fresco del Toro en azul. Otro toro
no menos famoso es el que aparece en el fresco del Salto del Toro, que
representa un ritual deportivo de aquellas épocas. En realidad me apena, porque
nosotros en nuestra ignorancia y con el cerebro derretido por el calorazo, no
le dimos la importancia que seguramente se merece el conjunto.
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Fresco de los Delfines |
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Fresco de las Damas |
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Fresco del Salto del Toro |
Cuando decidimos que nos habíamos empapado suficiente de
cultura, salimos de Knossos directos a por una botella de agua y un helado. De
vuelta al hotel nos perdimos por esos montes griegos abrasadores y lo que era
un camino de unos 50 minutos se convirtió en dos horas. Gracias señor por haber
inventado el aire acondicionado en los coches, que si no hubiéramos perecido
por ahí…
La vuelta a Atenas
La mañana del lunes, nuestro día de vuelta a la civilización,
nos levantamos (atención) con 10 grados menos!!! Parecía que la ola de calor
empezaba a remitir, ahora que nos íbamos. Aun así, se esperaban máximas de unos
35 grados, pero a nosotros nos parecía que estábamos en el polo norte…
Pasamos la mañana, hasta las 12 aprox. en la piscina del
hotel. Y después, con mucha pena, recogimos nuestros bártulos y nos fuimos a
Heraklion. Habíamos llegado a Creta en un ferry de Atenas a Chania, pero
volveríamos vía Heraklion. Al reservar los billetes online vimos esta posibilidad
multitrayecto y la escogimos, ya que nos permitía aprovechar un poco mejor los
días en la isla. De Heraklion tenemos poco que contar, ya que llegamos a
mediodía, entramos en un fast food a comer algo y después de comer deambulamos
un poco por el centro. Íbamos con las mochilas a cuestas y hacía calor, así que
en cuanto pudimos nos dirigimos al puerto a embarcar en nuestro ferry. La
capital de Creta nos pareció menos bonita que Chania, pero si hubiéramos tenido
más tiempo, no nos hubiera importado pasar un día o día y medio allí para
conocerla mejor.
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Puerto de Heraklión |
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Fuente de los Leones, Heraklión |
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Zarpando en el Ferry |
Atenas
Llegamos sobre las siete de la mañana ya que el trayecto de
ferry desde Creta es nocturno. Cogimos el metro desde El Pireo hasta la Plaza
Omonia y nos dirigimos al Hotel Economy, donde pasaríamos una noche. Este hotel
lo conocía de una visita anterior y lo volví a reservar ya que por precio y
localización, me parece bastante correcto (sin lujos y bastante “vintage”, pero
correcto). Tuvimos mucha suerte, ya que pudimos acceder a la habitación antes
de la hora oficial de check-in. Esto nos permitió asearnos un poco y empezar
con nuestro plan del día bastante antes de lo que habíamos pensado.
Partimos de
la Plaza Omonia. De aquí hasta la Plaza Monastiraki hay un paseo de poco más de
un kilómetro en línea recta, la calle Athinas. Tengo la suerte de haberla
recorrido varias veces y me encanta, ya que te permite ver la Atenas popular,
más allá del Partenón. Ambas aceras son una sucesión de pequeñas tiendas de
barrio, kioskos, cafeterías y kebabs… y el mercado. El mercado es espectacular.
Tiene una parte cubierta, con varios pasillos dedicados a la carne o al
pescado. Los tenderos y la mercancía están a pie de pasillo y es todo gritos y
jaleo. La parte de fruta, verdura, frutos secos y demás cachivaches, está en
una serie de paradas a pie de calle. Al que le gusten los mercados, no debe
perdérselo. No encontraréis ni un turista dentro.
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Mercado de Atenas |
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Mercado de Atenas |
Una vez en la Plaza Monastiraki el bullicio aumenta, ya que
esta zona vuelve a ser una de las más populares de la ciudad, también a nivel
turístico. Ésta, junto con el colindante barrio de Plaka, son las zonas
consideradas más antiguas de Atenas. Desde aquí vemos la Acrópolis (Ciudad
Alta) y por supuesto, el Partenón. Monastiraki y Plaka son barrios de calles
tortuosas y anárquicas, con un increíble aire turco, muchas de ellas peatonales
y muy enfocadas al comercio. Según vayáis paseando os encontraréis con varias
maravillas del mundo antiguo como la antigua Biblioteca de Adriano o las Ágoras,
o no tan antiguo, como la Catedral de Atenas. Hay varias calles principales que
nos pueden servir de guía para orientarnos, como la calle Ermou, Mitropoleos o
Adrianou. Parece mentira, pero a nosotros (y a varias personas que nos
encontramos por el camino), nos costó acceder a la Acrópolis desde este lado de
la colina. Sabíamos que está en lo alto y que teníamos que subir, pero las
indicaciones son escasísimas y en algunos momentos, las calles son tan
estrechas y tortuosas que la perdíamos de vista.
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Plaza Monastiraki |
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Biblioteca de Adriano, Partenón al fondo |
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Barrio de Plaka |
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Catedral, Plaza Mitropoleos |
Hay varios tipos de entradas según lo que se quiera visitar.
Nosotros cogimos la entrada simple, 20€ por adulto, porque sólo íbamos a entrar
a la Acrópolis, pero si pensáis ver otros monumentos, existen entradas
combinadas. Poco puedo decir yo de la Acrópolis que no se encuentre en internet,
así que, dejo unas fotos para la posteridad.
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Teatro de Dionisio |
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Teatro de Dionisio |
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Erecteión |
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Partenón |
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Texto en Griego |
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Templo de Atenea |
Acabada la visita, salimos por el lado sur de la colina, el
opuesto a Monastiraki. Por este lado se llega a Dionysiou Aeropagitou, una zona
peatonal muy bonita, literalmente a los pies de la Acrópolis. También llegaréis
aquí si bajáis en la parada de metro Akropoli. Este acceso al recinto
arqueológico es muchíiisimo más fácil, pero nosotros escogimos el norte por
cercanía a nuestro hotel. En este paseo peatonal también se encuentra el Museo
de la Acrópolis, no os lo perdáis.
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La Acrópolis fotografiada desde el interior del Museo Arqueológico |
Las personas tendemos a fijarnos y centrar nuestra atención en las cosas negativas que nos suceden, pero ¿y qué pasa con las cosas buenas? Están ahí, sólo hace falta que las aprecies. Estar fuera de lo que llamaríamos casa, lejos de ciertas comodidades y de personas que queremos, nos hace apreciarlas más a la vuelta. Apreciar lo que se tiene es importante para ser más feliz. Buen post.
ResponderEliminarFuente: galapagos family vacation