jueves, 7 de abril de 2016

IBIZA EN PRIMAVERA (II) - Abril de 2014

Viene de Ibiza en Primavera

Otro de nuestros recorridos fue una ruta de este a oeste, ya que queríamos ver alguna playa de la costa contraria y pueblos del interior. El recorrido fue aproximadamente el señalado a continuación:


Hicimos una primera parada en Santa Gertrudis de Fruitera, situado prácticamente en el centro geográfico de Ibiza y perteneciente al término de Santa Eulària. Es un pueblo pequeño pero muy animado, de casas blancas y con el centro urbano peatonal construido alrededor de la iglesia. Es una zona de visita recomendable, ya que algunos de sus bares son muy conocidos y es casi obligado sentarse en una de las terrazas a comerse un bocadillo de jamón. Tiene ambientillo multicultural y combina establecimientos tradicionales con otros más bohemios y artesanales. Uno de los más conocidos es el Bar Costa, que además de ser de los más antiguos, tiene una exposición de cuadros en su interior. Dicen que los artistas hippies de los años 70 pagaban sus consumiciones con cuadros. Hay que saber que cierra los martes, que es justo el día que fuimos nosotros. Bien por nuestra previsión!
En la plaza encontramos la iglesia del pueblo que es un pelín diferente, no del todo blanca sino que incluye el amarillo y el gris en su fachada. Y una original estatua de bronce que representa al primer obispo de Ibiza.

Tienda de artesanía en Sta. Gertrudis

Iglesia de Sta Gertrudis de Fruitera

De aquí nos vamos a Sant Miquel de Balansat, en la zona de Sant Joan de Labritja. Vuelve a ser un municipio pequeño pero muy diseminado (su territorio llega hasta el mar e incluso consta de puerto). Nosotros no vamos al puerto sino hacia el núcleo urbano, situado en la parte baja de una colina, el Puig de Missa. Siguiendo la carretera que sube la colina, llegaréis a la iglesia de Sant Miquel, una de las más conocidas de Ibiza. Reúne varias características que la hacen especial: es una de las cuatro iglesias fortificadas construidas para proteger a la población de los ataques por mar; su planta en forma de cruz es única en Ibiza y fue construida durante los s. XIV y XV pero durante los siglos posteriores se fueron construyendo anexos como capillas, la casa parroquial o el campanario, es decir, es un poco batiburrillo. Conserva pinturas al fresco con escenas tradicionales y motivos religiosos y florales.

Sant Miquel de Balansat
Paisaje interior Ibiza
Desde el Puig de Missa tenemos una bonita panorámica del pueblo y los campos. Seguramente por eso se escogió este lugar para homenajear a uno de los autores más importantes de la cultura ibicenca, Marià Villangómez, poeta nacido en Sant Miquel.

El Puig de Missa, Sant Miquel

A estas alturas queremos ir a comer. Nos vamos en busca de un restaurante que nos han recomendado, el Can Cires en Sant Mateu d’Albarca. Es una antiquísima casa de payés reconvertida en restaurante de cocina tradicional y de temporada y en galería de arte. Con una terraza genial si hace bueno y con zona infantil. ¿A que no sabéis qué día cierra? Los martes. Pero bueno, ¿qué pasa los martes en Ibiza?  Es nuestro segundo chasco del día. En fin, como aquí todo está cerca, volvemos a Santa Gertrudis en busca de un buen bocadillo que comemos en la terraza del Bar Es Cantó. 

Tras este descanso volvemos a coger la carretera y acabaremos la ruta en la Cala Salada, cerca de Sant Antoni. Desde la carretera se llega fácilmente ya que está señalizada. Hay aparcamiento en los alrededores y después un acceso a pie, pero no me quiero imaginar cómo se pondrá esto en verano. Es la típica cala mediterránea de arena dorada, agua cristalina y rodeada de pinos, de las más bonitas de la isla, dicen. Se puede llegar a pie a otra pequeña cala al lado, la Cala Saladeta. En su lado izquierdo hay un camino, donde los pescadores han excavado sus casetas en la roca. Pasamos parte de la tarde haciendo el vago en la arena…





Continuará...


RELATO DE VIAJE A IBIZA, por Miriam

martes, 8 de marzo de 2016

IBIZA EN PRIMAVERA – Abril de 2014

Este viaje a Ibiza era uno de esos que nos hacía especial ilusión porque era la primera escapada larga que hacíamos con nuestra peque de 9 meses. Pusimos el punto de mira en Baleares, ya que nos apetecía un lugar de turismo familiar, está cerca y no queríamos ciudades. Ya conocíamos Menorca y parte de Mallorca, así que ¿por qué no Ibiza? El turismo festivalero no es lo nuestro y es poco probable que vayamos a Ibiza en verano, pero en temporada baja es otro cantar…  La verdad es que fue un acierto. Tuvimos una temperatura (primaveral) buenísima, no había turismo de borrachera, sólo abueletes, la mayoría de los servicios estaban ya disponibles y las playas vacías… Vamos ¡que volvería ahora mismo!

A Ibiza llegamos en avión (desde Barcelona el vuelo dura apenas 45 minutos) y alquilamos un coche pequeño para movernos por la isla. Nos alojamos en Sta. Eulària des Riu, un municipio a unos 20 km de Ibiza capital. Es la segunda localidad en número de habitantes de la isla, suele recibir mucho turismo familiar y evidentemente es más barato que alojarse en Ibiza. Escogimos los apartamentos Ebusus, muy sencillos pero con una relación calidad-precio genial, limpios y con personal super amable. Cerquita de la playa y de supermercado.

La tarde de nuestra llegada (y alguna más en días posteriores) la dedicamos a conocer Dalt Vila, a la que dedicaré un post aparte.

El primer día hicimos una ruta en coche similar a esta: 





















Nos dedicamos a recorrer varios pueblos pertenecientes al término municipal de Sant Joan de Labritja, zona eminentemente rural y de población diseminada situada al norte de la isla, en el punto opuesto de la capital. La idea era ver alguna de las iglesias rurales con paredes blancas encaladas típicas ibicencas. Muy alejadas de los estilos europeos más conocidos y tan cercanas a otras iglesias mediterráneas como las griegas o tunecinas. Alrededor de éstas, se apiñan los pequeñísimos núcleos urbanos.

St. Llorenç

La primera parada fue San Llorenç de Balàfia, el tiempo justo para recorrer el perímetro de la iglesia, en pleno campo, y hacer unas fotos. Es tan blanca y hacía tanto sol, que cegaba. Consta de un arco de entrada que da al típico porche y tres cruces en su fachada. Al ser la primera que veíamos nos gustó mucho. De aquí nos dirigimos a Sant Joan, un núcleo un  poco más grande (vamos, un par de calles) y con más servicios. San Juan Bautista se construyó entre los s. XVIII-XIX. Está en el centro del pueblo en la pequeña plaza empedrada de la iglesia, donde también vemos una estatua del santo. Su fachada es un tanto atípica, ya que es blanca y amarilla. Un tramo de escaleras lleva a las 2 arcadas del porche. Aquí es muy especial la celebración del solsticio de verano durante la noche de San Juan, con sus hogueras y bailes.

Plaça de l'Església

Sant Joan 

Església de St Joan de Labritja

El municipio de Sant Joan consta con una zona muy turística en la costa, Portinatx, pero nosotros vamos en busca de calas más solitarias para hacer un descanso. Las vistas desde la carretera que bordea la costa son increíbles. Dan ganas de tirarse al agua. En la misma carretera están señalizados los desvíos a las calas. Nosotros cogimos el desvío a Cala Xuclà y después de recorrer un corto camino de tierra y dejar el coche en la zona habilitada, llegamos a la cala.

E-10, carretera de la costa
Cala Xuclà es una reducida cala virgen de arena y roca con aguas cristalinas, rodeada de pinos. En temporada alta hay un pequeñísimo chiringuito, pero ahora no funciona. Estamos absolutamente solos. En la zona de la derecha hay un sendero que lleva a un par de casetas de pescadores, con sus barquitas. A la izquierda también hay un caminito que lleva a zonas rocosas más apartadas. Aquí hicimos una parada de “avituallamiento” para la peque, que acabó dormida con el sonido de las olas. Nosotros nos dedicamos a hacer fotos como locos.

Cala Xuclà

Barraques 

Siestecilla en Cala Xuclà

Desde aquí nos dirigimos a comer. Nos habían recomendado una taberna de comida casera bastante conocida en la isla y que teníamos ganas de probar. Aunque no estaba lo que se dice cerca, sí nos quedaba de paso en el camino de vuelta hacia Sta. Eulària. Se llama Ca n’Anneta (o Bar Anita) y está a pie de carretera en St. Carles de Peralta. Es uno de los establecimientos más longevos de Ibiza (de finales del s.XIX, dicen) y en los años 60 fue un punto de encuentro de los hippies de la isla. Siguen elaborando el licor de hierbas tradicional de la familia y mucha gente se desplaza hasta allí sólo para probarlo. Nosotros comimos ensalada y varias tapas de pescado (y licor, claro) y nos pareció buenísimo y económico. La verdad es que habíamos estado solos durante toda la mañana  y en cambio este bar estaba a tope de gente… por algo será.

Ca n'Anneta

Degustando el Licor de Hierbas

Después de comer hicimos la visita de rigor a la iglesia de St. Carles; fue construida durante el siglo XVIII y es un poco más grande que las dos anteriores ya que tiene anexada la casa parroquial. Consta de un porche de entrada con varios arcos y un pequeño pozo. Está rodeada de jardines, donde estuvimos un rato revolcándonos con la peque, no todo va a ser cultura.

Campanario de St.Carles de Peralta

Església de St. Carles

Otro punto fuerte del municipio de St. Carles es el mercadillo de Las Dalias, atracción turística famosísima de Ibiza, que cuenta ya con un cuarto de siglo. Aunque se puede visitar a diario, su “hippie market” es el sábado durante todo el día. Nosotros no llegamos a visitarlo.

Tras esta ruta por el norte más rural, vamos volviendo hacia Sta. Eulária, que viajar con un bebé requiere un ritmo más pausado. Las últimas horas de la tarde las pasamos en una playa cerca de casa de la que no recuerdo el nombre, llena de restos de Posidonia... hay quién incluso se dio el primer baño del año...



Continuará...

RELATO DE VIAJE A IBIZA, por Miriam