jueves, 14 de marzo de 2019

CONOCIENDO LA LAPONIA SUECA (II) - Agosto 2018

Viene de CONOCIENDO LA LAPONIA SUECA

Tras nuestro pequeño periplo por las latitudes polares, ponemos rumbo hacia "el sur" de la región de Laponia. Nuestra próxima parada será Arvidsjaur, donde llegamos después de circular durante hora y media aproximadamente por carreteras larguísimas, flanqueadas por pinos y más pinos, renos y más renos. El paisaje es bonito, no lo niego, pero también bastante monótono. Aquí estuvimos un día y una noche.

Escogimos Arvidsjaur como parada intermedia entre Jokkmokk y Lulea, ya que si se busca información turística sobre la zona en Internet, es una localidad que sale constantemente. Esto es debido sobre todo a dos motivos: el primero es que allí se realizan pruebas de conducción de vehículos frente a climatología extrema en invierno y para los entendidos debe de ser una zona muy conocida. El segundo motivo es que en el mismo pueblo se conserva uno de los asentamientos samis más antiguos, Lappstaden.

Pared que da la bienvenida y dedo en objetivo
Arvidsjaur es un poco más grande que Jokkmokk, unos 5000 habitantes, tiene más servicios y ofrece algo más de entretenimiento. En el mismo pueblo hay poco que ver (en un día está listo), pero imagino que es un buen sitio para alojarse si se desea explorar los alrededores.


Nosotros escogimos el Laponia Hotell & Konferens, porque encontramos una ganga y nos encantó. La decoración rústica, la habitación, la piscina climatizada, el desayuno... Sólo por el hotel nos hubiéramos quedado un día más. 


 



Llegamos hacia mediodía y comimos en una hamburguesería de la cadena Frasses que vimos por la calle principal que cruza el pueblo. Después volvimos a ver varias franquicias, está por todas partes. Hicimos el checkin en el hotel, descansamos un ratillo y nos lanzamos al turisteo. Cuando digo turisteo estoy hablando de recorrer la calle principal de punta a punta, que no llega a 1 km y medio, para visitar el recinto del Lappstaden.


Storgatan, Arvidsjaur

Hacia el s. XVII se construyeron las primeras iglesias cristianas en Laponia. Por lo visto era obligatorio por ley visitarlas con una frecuencia mínima determinada, ya que de esta manera el gobierno sueco y la iglesia tenían cierto control sobre el censo de la población sami. Siendo tan vasto el territorio sami los desplazamientos eran muy dificultosos, de manera que se empezaron a construir pequeñas cabañas de madera alrededor de la iglesia para albergar a las familias que venían de lejos. Como he mencionado antes, Lappstaden en Arvidsjaur es de los más antiguos. El recinto consta de unas 80 cabañas (gathies) que están al aire libre. La entrada es gratuita.



Lappstaden, Arvidsjaur

Lappstaden, Arvidsjaur


Lappstaden, Arvidsjaur
Acabamos de pasar la tarde en la piscina climatizada del hotel, como unos señores. Después nos fuimos a cenar a un restaurante griego-turco que habíamos visto mientras paseábamos (Afrodite restaurang) y que nos supo a gloria porque estábamos un poco hartos del fast-food.

A la mañana siguiente, y antes de abandonar Arvidsjaur, nos dimos un paseo por el camino circular que rodea un laguito pequeño que hay justo delante del hotel, frecuentado por gente haciendo footing.




Tras el paseíto matutino volvimos a cargar los bártulos en nuestro flamante Volvo y pusimos rumbo a Lulea, nuestro último destino en Laponia, donde llegamos en unas dos horas.

Aquí estuvimos un par de días más, que dedicamos a conocer la zona más céntrica de la ciudad y también a visitar Gammelstad, otro pueblo-iglesia inscrito en la lista del Patrimonio de la Humanidad desde 1996. Si hubiéramos tenido más días, posiblemente habríamos visitado alguna de las islas más conocidas del archipiélago de Lulea, donde en verano llegan los ferrys de forma regular y es fácil hacer excursiones de un día.

Lulea es la capital de la provincia sueca de Norrbotten y la ciudad más grande. Forma parte del Golfo de Botnia y está completamente rodeada de agua (el mar y los dos ríos que la cruzan). Últimamente está empezando a destacar como ciudad universitaria y de negocios y la verdad es que nosotros sí que vimos un poco más de vidilla que la que había en las localidades más al norte. El día y pico que estuvimos allí, lo dedicamos a pasear por el Puerto Norte (Norra Hamn) y el Puerto Sur (Sodra Hamn), a ver tiendecitas en el centro y además nos dimos un chapuzón en la zona de baño de Gultzaudden (jamás habría pensado que me podría bañar como si nada al borde del Círculo Polar, pero es que el calor que pasamos no era normal).


Norra Hamn

Södra Hamn

Gültzaudden Badplats

Gültzaudden Badplats
Por otro lado, la visita a Gammelstad la realizamos en una mañana y nos resultó muy interesante. Su origen, al igual que Lappstaden, fue el de dar cobijo a las familias que se desplazaban desde lejos para asistir a las festividades religiosas. Pero mientras que Lappstaden no pasa de ser un recinto con pequeñas cabañas de madera, Gammelstad es un conjunto de casas que fue creciendo a lo largo de los siglos hasta convertirse en un pequeño pueblo. El centro lo constituye el único edificio de piedra, la iglesia, que data del siglo XV. La mayoría de las casitas son de propiedad privada y se siguen usando, no son una mera atracción turística, aunque deben someterse a una estricta normativa para que el conjunto no pierda autenticidad. En la página de la Unesco está toda la información:

Gammelstad se encuentra a 15 minutos en coche desde el centro de Lulea y tiene varios parkings gratuitos en las afueras de la población.

Gammelstad

Gammelstad

Gammelstad
En Lulea dimos por finalizado nuestro periplo por la zona sueca de Laponia. Desde aquí volvimos a coger un vuelo que en hora y media nos dejó en Estocolmo, donde pasamos un par de días más. Pero esto ya es otra historia... 

RELATO DE VIAJE A LA LAPONIA SUECA, por Miriam.

viernes, 24 de agosto de 2018

CONOCIENDO LA LAPONIA SUECA - AGOSTO 2018

Este verano hemos dejado un poco de lado los destinos turísticos habituales y, sin salir de Europa, nos hemos lanzado a recorrer una región remota y un poco desconocida. En este relato de viaje por la Laponia Sueca recopilo los pros y los contras, los más y los menos de nuestra "exótica" escapada.

Nuestro "gran viaje" de 2017 lo hicimos a la isla de Creta, donde pasamos semana y poco a unas temperaturas infernales que no bajaron de los 40 grados. Con semejante experiencia, la premisa de este año ha sido: nos vamos al norte a buscar el fresquito. ¡Ja! Ya unos días antes nos llegaron noticias del calorcillo que estaba haciendo por el norte. Y finalmente despegábamos de Barcelona leyendo el siguiente titular en los periódicos: ola de calor e incendios en el Círculo Polar Ártico. Y así fue. Semana y media con temperaturas superiores a los 30 grados, en una zona del planeta donde cada casa tiene aparcada una moto de nieve en su puerta y el aire acondicionado no existe.

También buscábamos un viaje de naturaleza, de estar tranquilos, en un destino poco masificado. Cuando escribes Laponia en Google, el 99% de las entradas te llevan a Noruega o a Finlandia. Pero casi nunca a Suecia. Así que, un poco por llevar la contraria... allá que nos fuimos. Aunque a nosotros nos gusta el slow-tourism, esta vez pecamos de inocentes. Lo que no sabíamos es que el destino iba a ser taaaaaaaaaaaaaaaan tranquilo.

Cabaña a pie de lago, la estampa más habitual
Como casi siempre, dividimos el viaje en dos etapas. La primera fue el recorrido en coche de alquiler por Laponia, donde estuvimos una semana. Después pasamos unos días en Estocolmo antes de volver.


Laponia es una enorme área histórica del norte de Europa que abarca varios países. Limita con el Océano Glacial Ártico y con los mares de Noruega y Barents. En esta tierra vive uno de los pocos pueblos indígenas que quedan en Europa, el Sami, con idioma, historia y cultura propias que defienden y mantienen tanto como pueden. Por todo ello la región de Laponia es considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Evidentemente nos resultaba imposible abarcar esta región tan amplia, por lo que nos centramos en el condado sueco de Norrbotten. Y este fue nuestro recorrido:



Llegamos a Lulea en un vuelo de hora y media procedente de Estocolmo. Como ya habíamos volado desde Barcelona ese mismo día, decidimos pasar la tarde-noche allí e iniciar el road-trip al día siguiente. En el aeropuerto recogimos nuestro coche de alquiler y pusimos "Lulea Centro" en el gps. Quedaba a 11 minutos. Así hubiera sido si el puente que salva el río Lule y que da acceso al centro no hubiera estado cortado por obras. Empezábamos bien, puesto que sólo había una valla cerrando el paso, pero no había ninguna indicación de camino alternativo para llegar a Lulea y el gps se empeñaba en llevarnos por el puente. O sea, si conoces la zona sabes cómo llegar, pero si no, lo llevas claro... ¿pero no eran los suecos tan civilizadísimos? Finalmente preguntamos a un señor que pasaba por allí y que hablaba el mimo inglés oxidado que nosotros, que nos hizo unos garabatos en un mapa que llevábamos y media hora después, llegábamos a destino. El cansancio acumulado sólo nos permitió cenar y disfrutar de una no-puesta de sol en el Norra Hamn de Lulea (puerto norte).


A las 11 de la noche en el puerto norte de Lulea
Rumbo al Polo Norte

Dicho y hecho. A la mañana siguiente después de desayunar, cogemos nuestro flamante Volvo S90 (habíamos reservado un coche chiquitín, pero en la oficina de alquiler nos dijeron que se lo habían dado a otros clientes que habían llegado antes, ¿hola?, y a nosotros nos quedó este. Por el mismo precio eso sí). Y enfilamos la carretera dirección Jokkmokk. Hicimos una paradita a hacernos la foto de rigor al cruzar la línea del Círculo Polar:
Llegar al Círculo Polar Ártico, aunque sea en verano... una meta viajera

Jokkmokk es un pequeño municipio situado ya al norte del Círculo Polar. Según Wikipedia cuenta con unos 2000 habitantes (nosotros vimos a tan poquita gente que me resulta difícil de creer). Es uno de los centros neurálgicos de la cultura Sami en Suecia. De hecho es allí donde se celebra (anualmente en febrero) el famoso mercado de invierno, que tiene nada menos que 400 años de antigüedad y reúne a gente de toda la región Sapmi (y que me encantaría ver). Nosotros nos alojamos en una casita de madera en el Arctic Camp. Nuestra idea inicial no era ir de camping pero tampoco hay mucho donde escoger y la verdad es que las instalaciones del camping no están nada mal. Y si vas con niños el camping siempre es bien recibido... Allí pasamos tres noches. 




Dos de las mañanas las dedicamos a hacer excursiones sencillas por el Parque Nacional Muddus/Muttos. Es el parque nacional forestal más grande de Suecia, es la verdadera taiga sueca en todo su esplendor. Predominan los pinos enormes y antiquísimos y el suelo está cubierto por musgos, helechos y humedales. Los caminos están bien marcados (sólo en verano) y muchas veces hay pasarelas de madera protegiendo los suelos. La entrada sur se encuentra en un desvío de la carretera entre Jokkmokk y Porjus, que da paso a una  pista de varios kilómetros que lleva al centro de recepción. Desde allí mismo se inician los caminos. En estas excursiones no vimos más fauna que millones de mosquitos (por suerte íbamos bien embadurnados de antimosquitos de arriba a abajo) que eran los únicos que se alegraban de vernos. Los renos y alces fueron más bien tímidos, seguro que nos vigilaban de lejos.






En el bosque no vimos renos, pero por las carreteras nos hartamos...






En honor a la verdad, cuando ves los primeros renos te da un subidón, frenas el coche, les haces fotos, los observas... pero cuando llevas varios días por la zona te acostumbras a ellos y al poco dejas de hacerles caso.
Además de renos, las carreteras ofrecen otros atractivos. Cada dos por tres hay un mirador señalizado o una zona de descanso al lado de un lago, barbacoas...  El "caravaning" está muy extendido, es prácticamente un estilo de vida aquí y el país está preparado para ello.

Banquito con vistas a Vuollerim

Barbacoa cualquiera en un lago cualquiera

Lago al pie del Arctic Camp

Volviendo a Jokkmokk, las tardes las pasamos en modo "ahorro de energía", en gran parte porque no había mucho que hacer... O bien estábamos aprovechando las piscinas y zonas de juegos del camping, o bien paseábamos por el pueblo (tres calles). Teniendo en cuenta que todo cierra a las 6 de la tarde, las horas muertas son muuuuchas. Vamos que quien quiera tranquilidad, que venga aquí.

No nos fuimos de Jokkmokk sin visitar el Museo de la Cultura Sami. No somos grandes amantes de los museos, pero este nos gustó mucho. Es una manera genial de conocer la forma de vida sami, su cultura y creencias e incluso comprender el entorno en el que viven, ya que parte de la exposición está dedicada a su tierra, Laponia. El clima, la naturaleza, los paisajes. Además parte de las exposiciones son interactivas, haciendo la visita más atractiva.






Después de tres días por el Polo Norte, recogimos nuestros bártulos y nos desplazamos a Arvidsjaur, otra pequeña población un poco más al sur. 

Continuará...

RELATO DE VIAJE A LA LAPONIA SUECA, por Miriam.