En este Relato de Viaje a Formentera veréis que esta vez no hemos tenido demasiada suerte con el clima, para qué negarlo…
Todos los años intentamos hacer una escapada primaveral de
3-4 días. Así, escogimos el puente de Mayo para visitar la isla de
Formentera. Los conceptos Islas Baleares y mes de Mayo (fuera de la temporada turística) no
parecen hacer una mala combinación, así que ya me veía yo en manga corta tomando cerveza
en los chiringuitos de la playa. Pero el clima tiene estas cosas y, tras una Semana Santa con un tiempo espectacular, empezó a bajar la temperatura… en fin, que los días que pasamos allí, no nos quitamos el anorak ni el foulard. Incluso llovió (pero en
Formentera también llueve?)
El viaje de ida fue un poco rocambolesco. Por aprovechar los
días, salimos de trabajar un jueves por la tarde y fuimos directamente al
aeropuerto de Barcelona. El vuelo a las islas es corto, unos 45 minutos, y
sobre las 22h estábamos en Ibiza. Faltaba hacer el salto a Formentera en ferry,
pero a esas horas ya no hay servicio. Para pasar la noche, habíamos reservado
una habitación en un hostel de Ibiza ciudad, el Bartola Guesthouse, que
seguramente en temporada alta no hubiéramos reservado ni en broma (me imagino
que se pondrá a tope de fiesteros). En cambio en ese momento nos fue muy bien para
llegar, dormir y marcharnos. El viernes por la mañana teníamos reservado pasaje
en el ferry de las 10:30h. Pero solemos levantarnos bastante pronto y sobre las
9 ya estábamos listos, desayunados y todo. Así que se nos ocurrió acercarnos al puerto de
ferrys a preguntar si podíamos adelantar el viaje y sí, podíamos. Parece ser
que es una práctica bastante habitual, se reserva billete online a una hora
determinada, pero si hay sitio en barcos que salgan antes no hay problema en
adelantar el viaje. Aunque no sabría decir si esto también puede hacerse en
pleno mes de Agosto…
Ferry con castillo hinchable, ole tú! |
Total que sobre las 10:30h estábamos en el Puerto de La
Savina, Formentera. El viaje fue muy movido, con un oleaje para flipar. En el
mismo barco iba un grupo de estudiantes y yo creo que vomitaron la mitad de
ellos… Por suerte nosotros somos
fuertes! Recogimos el coche de alquiler en las oficinas de OK Rentacar (nos
costó un poco encontrarlas) y enfilamos carretera hacia nuestro apartamento.
Estábamos en los Apartamentos Ses Eufabietes, en la playa de
Migjorn. El apartamento nos gustó mucho, todo muy cuidado y muy limpio. Cuenta
con piscina, restaurante y otras zonas comunes, aunque la verdad es que no lo
disfrutamos mucho, debido al mal tiempo. La piscina ni tocarla y la terracita
tampoco… una pena. Eso sí, el precio fuera de temporada, genial.
Una vez instalados, nos fuimos a Sant Francesc con la
intención de localizar un supermercado (nos gusta desayunar y cenar en casa) y
buscar un sitio para comer. Sant Francesc es el núcleo más grande de la isla y
sede del Ayuntamiento, así que ejerce de capital. Es el pueblo donde
encontraréis más comercios y más vida local. La zona peatonal nos pareció muy
acogedora, llega de tiendecitas de artesanía y terrazas para sentarse a
observar. En la Plaça de Sa Constitució están la Casa Consistorial y la iglesia de Sant Francesc
Xavier, muy sobria y con estructura típica de la zona. Volvimos a esta plaza varias tardes, al acabar la jornada, y nos sorprendió ver la cantidad de gente que asiste a misa todos los días… De hecho, los niños dejaban de jugar a pelota en la plaza para entrar en la iglesia, cuando empezaban a sonar las campanas. Muy curioso.
A la Plaça |
Para comer, escogimos uno de los tantos restaurantes que hay por el pueblo y que hacía menú del día a precio razonable, 12€. Grata sorpresa, ya que sin buscarlo comimos una ensalada y un arroz buenísimos. Para más señas, Restaurant La Sal.
La primera visita propiamente dicha la hicimos por la tarde, cuando fuimos al Cap de Barbaria a ver su famoso faro. La llegada por carretera nos pareció espectacular, ya que el paisaje va cambiando hasta volverse árido y pedregoso y, lo que en un principio es un puntito lejano en el horizonte, acaba convirtiéndose en un majestuoso faro alzado en el acantilado. Muy bonito, la verdad.
La primera visita propiamente dicha la hicimos por la tarde, cuando fuimos al Cap de Barbaria a ver su famoso faro. La llegada por carretera nos pareció espectacular, ya que el paisaje va cambiando hasta volverse árido y pedregoso y, lo que en un principio es un puntito lejano en el horizonte, acaba convirtiéndose en un majestuoso faro alzado en el acantilado. Muy bonito, la verdad.
El Far de Barbaria |
El Cap de Barbaria es la zona más al sur de la isla, con
bastante altitud sobre el nivel del mar. Está envuelto de cierto misticismo, su
nombre es debido a la proximidad con las costas africanas (bárbaras) y además
se hizo muy famoso a raíz de cierta película rodada allí. Su fantástica puesta
de sol atrae a los visitantes en masa (cosa que en verano provoca problemas, ya
que la carretera es de un solo carril y también se colapsa el aparcamiento),
pero nosotros lo disfrutamos casi en soledad. En el mismo paraje se encuentra
la Cova Foradada. Por las características del terreno, el subsuelo de la zona
se encuentra bastante agujereado, por lo visto. A la cueva se accede a través
de un agujero en el suelo (está señalizado), donde se ha colocado una escalera
de madera. Una vez abajo, en la cueva propiamente dicha, veremos una espléndida
ventana que se abre sobre el acantilado. Hay que tener cuidado, ya que no tiene
ningún tipo de protección y un mal paso puede ser fatal. Un poco antes de
llegar al cabo, veréis varias ruinas de asentamientos
prehistóricos.
La Cova Foradada |
Es Cap de Barbaria |
Al día siguiente seguía haciendo frío a pesar del sol, así que decidimos pasar de playas (sí, estamos en Formentera, pero qué remedio) y nos vamos hacia el este, en dirección al Pilar de la Mola. Éste es otro de los tres núcleos de población de la isla. Esta en lo alto de la meseta de Formentera y un pelín aislado. Para llegar allí hay que tomar una carretera en pendiente y con bastantes curvas, que pasa por zonas más verdes que el resto de la isla. Es lo que a mí me viene a la cabeza cuando se habla de paisaje mediterráneo: pinos, higueras, genista... El pueblo en sí son cuatro casas, pero cuenta con varios atractivos por los que vale la pena llegar allí: el más conocido es la Fira Artesanal de la Mola, mercado hippie por excelencia, que tiene lugar semanalmente y donde se pueden encontrar artesanía y productos locales. Solo se celebra en verano, de manera que nosotros no lo vimos. Otro de los puntos importantes es el Faro de la Mola situado en un impresionante acantilado a más de 100 metros sobre el mar. Se encuentra al final de la misma carretera por la que hemos venido y es como si se llegara al fin del mundo, tal cual. Las vistas son una pasada.
El Far de la Mola |
Ya habíamos decidido que nos íbamos a quedar a comer por allí, en un restaurante de comida casera al que le habíamos echado el ojo, pero para hacer tiempo hicimos una pequeña caminata por la zona.
El área de la Mola es la zona más fértil y preferida de los payeses. Está llena de rutas bien señalizadas para hacer a pie o en bici. Nosotros escogimos una al azar que nos llevó entre masías y campos de cultivo protegidos por vallas de piedra. Nos gustó mucho ver una zona más tradicional que turística, vimos un paisaje típico de allí. Con muchas lagartijas y todo un símbolo, las higueras, bien apuntaladas y dando buena sombra.
De vuelta, pasamos por delante de la iglesia pero no pudimos entrar a verla. Comimos en la terraza de Can Toni, disfrutando de uno de los pocos momentos de sol que tuvimos esos días.
Nostra Senyora del Pilar |
Una cervecita, que ha salido el sol |
RELATO DE VIAJE A FORMENTERA, por Miriam.
No hay comentarios:
Publicar un comentario