viernes, 29 de julio de 2016

UNA SEMANA EN DINAMARCA (II) - Julio de 2016

... Viene de Una semana en Dinamarca (I)

Tras conocer una pequeña parte de la isla de Fionia, tomamos el camino de vuelta a Copenhague. Allí pasaremos los tres últimos días de nuestras mini vacaciones en Dinamarca antes de volver a Barcelona. Con mucha pena por dejar nuestra casita isleña, cogemos el coche y en aproximadamente dos horas, estamos en la ciudad.

Hemos alquilado un piso en Norrebro, un barrio al norte de lo que sería el centro turístico. Es una zona muy animada y la más multicultural de Copenhague. Aun así, nuestro piso está en una calle peatonal y tranquilísima, justo delante del parque más grande del barrio, el Hans Tavsens Park, que alberga el Assistens Kirkegard. Es un cementerio pero parece un jardín de lo bien cuidado que está, super agradable para pasear (no es broma). En una esquina del parque hay una guardería y un colegio, ambos con toboganes y otros juegos que son de uso público cuando no hay clases, lo cual nos va fenomenal. La avenida más grande del barrio se llama Norrebrogade, lo recorre de norte a sur y en ella puedes encontrar de todo, desde cadenas de ropa y supermercados hasta pequeños locales. Para ir al centro desde aquí hay líneas de autobús, aunque está claro que Copenhague es ciudad de bicicletas. A nosotros nos gusta bastante caminar y eso es lo que hacíamos, aunque teníamos casi media hora desde nuestra calle hasta Radhuspladsen, la plaza del ayuntamiento. 

Norrebrogade



Es importante saber que en toda la zona centro el aparcamiento es de pago y no barato precisamente. Nosotros estábamos justo en el límite de la zona de pago; a unos 5 minutos de nuestro piso, aparcar en la calle ya era gratuito, así que dejamos el coche por unos días.





Norrebro


En general creo que no tuvimos demasiada suerte con Copenhague. Gran parte de la ciudad estaba en obras, lo cual nos impidió ver varios sitios importantes. Y además, una tarde nos diluvió, así que también la dimos por perdida. Eso no quiere decir que no nos gustase, lo que vimos, nos gustó muchísimo. Además, los días que nosotros estuvimos allí se celebraba el festival internacional de jazz y había escenarios y música por todas partes, para compensar.






La primera toma de contacto la hicimos desplazándonos hacia la zona más al este de la ciudad, a la bahía del puerto de Copenhague, donde está la famosísima estatua de La Sirenita. La escultura de bronce, de 125 cm de alto, es el símbolo de la ciudad y la más fotografiada del país. Lleva en su pedestal desde 1913 (aunque en alguna ocasión se ha movido, ya sea para representar a Dinamarca en alguna exposición universal, o bien porque algún vándalo se la ha llevado) y evidentemente está inspirada en el cuento de Andersen. A pesar de que toooooodo el mundo se decepciona cuando la ve, a mí me gustó mucho, mirando melancólica hacia el mar Báltico a la espera de su príncipe. Lo que no me gustó, es que para hacernos una foto, tuvimos que luchar por un sitio con decenas de japoneses, pero al final la obtuvimos. Ja!

Den Lille Havfrue

Siguiendo por el paseo del puerto, Langelinje, nos acercamos a Kastellet, la ciudadela o antigua fortaleza militar. Hoy es un bonito parque en forma de pentágono, con un baluarte en cada una de sus esquinas y  rodeado por un foso y otro sistema defensivo exterior.


Aunque es de uso público aún pertenece al Ministerio de Defensa. Algunos de los edificios que alberga tienen actividad oficial, como por ejemplo la Casa del Comandante, residencia actual del jefe de la defensa danés, o las dependencias militares exteriores. Hay dos puertas de entrada mediante puentes. La puerta más al norte, por la que accedimos nosotros, es la más sencilla. La salida por la puerta sur es más interesante, ya que accedemos a Churchillparken, otro de los “pulmones” verdes de la ciudad. Nada más salir de Kastellet tenemos ante nosotros las dos construcciones más visitadas del parque, la enorme Fuente Gefión (basada en la leyenda del origen de la isla de Selandia) y la Iglesia anglicana de St. Albarn. El paseo por esta zona nos llevó unas tres horas, tomándolo con mucha calma.

Puerta Norte 
Cruzando el foso

Fuente Gefión

St. Albarn desde el Kastellet

El siguiente día de nuestra estancia en Copenhague realizamos la ruta que veis a continuación. Puede parecer larga y con muchas cosas para ver (y realmente lo es). Lo que nos pasó a nosotros es que nos encontramos hasta tres zonas en obras, lo cual nos impidió disfrutarla al máximo. El hecho de no parar en estos puntos, hizo que el paseo se alargase. Empezamos en la Plaza del Ayuntamiento (Radhuspladsen), seguimos toda la calle Stroget hasta la Plaza del Rey (Kongens Nytorv), cruzamos a Nyhavn y de aquí fuimos paseando hasta Amalienborg, el Palacio Real y la Iglesia de Mármol (Frederiks Kirke). A la vuelta hicimos el mismo recorrido, pero desviándonos ligeramente para ver el Teatro Real Danés (Skuespilhuset) y parte del puerto. Este recorrido, sumado a la media hora de desplazamiento desde nuestro apartamento hasta el centro, hizo que acabáramos cansadísimos.

Mapa de la ruta por el centro de Copenhague

La Radhuspladsen es el centro neurálgico de Copenhague, su Puerta del Sol, por decir algo. En esta ocasión estaba parcialmente en obras así que no pudimos verla en todo su esplendor. Aun así, nos dimos cuenta de que está siempre a tope de gente, está claro que por aquí hay que pasar sí o sí. Su imagen más emblemática es el edificio del Ayuntamiento con la torre del reloj y al lado el edificio del Hotel Palace, ambos de típico ladrillo danés. Hay otros “adornos”, como la fuente del dragón o la estatua de Andersen, que no vimos. En el lado opuesto al Palace están los Jardines del Tívoli, el edificio acristalado de la confederación de industrias danesas y la conocida como “Chica del tiempo”.

Detalle del Ayuntamiento
El Tivoli en una esquina
La chica del tiempo, aunque ya no funciona

La plaza del Ayuntamiento es el punto de salida de la calle Stroget, la calle comercial y peatonal más larga de la ciudad (y según leímos después, de Europa). Entre tramo y tramo de la calle, vamos pasando por diversas plazas. No sabemos si es siempre así, pero estos días de principios de verano están a tope de gente y artistas callejeros. Vemos todo tipo de tiendas, de lo más caro a lo más barato; la Royal Copenhaguen (tienda de porcelanas); el museo de los récords Guiness, etc. También vale la pena desviarse por alguna calle perpendicular a Stroget, quizás menos comerciales y con más “sabor a barrio”.

Calle Stroget

Plaza Kultorvet

Calles laterales

Tras más de 1 Km de recorrido llegamos a la Plaza Kongens Nytorv, también en obras. Pero en este caso es más dramático todavía, ya que está completamente vallada. No se puede ver absolutamente nada y lo único que podemos hacer es darle un rodeo para llegar a Nyhavn. Dicen que es la plaza más bonita de la ciudad, adoquinada y con jardines, sede del Teatro Real. ¿Es mala suerte o no?  Seguimos nuestra ruta y llegamos a Nyhavn, que significa Puerto Nuevo, aunque ya tiene unos siglitos… Es otra de las imágenes conocidísimas de Copenhague, junto con la Sirenita, así que si llega a estar en obras me da algo. Es un canal artificial que se creó hacia el siglo XVII para permitir que el mar se internara en la ciudad, hasta Kongens Nytorv. Posteriormente, Copenhague creció tanto que engulló el canal y ahora éste queda en el centro histórico. En su momento fue un barrio marinero con un poco de mala fama, pero hoy es una zona de lo más fotogénica, con sus casas de colores a ambos lados y embarcaciones en el agua, incluyendo barcos antiguos de madera que ya no se usan pero dan un aire nostálgico. Cuando llegamos aquí, el cielo se cubrió de nubarrones negros y amenazadores pero aguantó sin llover, así que pudimos hacer un millón de fotos. La parte izquierda (mirando al mar) está llena de restaurantes y bares con terrazas, es una zona muy animada y por lo que vemos, no sólo para turistas. Por cierto, nosotros no lo hicimos, pero desde aquí puede cogerse barcos de paseo para hacer excursiones.

Amenaza tormenta en Nyhavn
Pero da igual!
Nyhavn

Recorremos el canal por la parte de la derecha hasta prácticamente el final y lo cruzamos por un puente desde el cual hacemos dos millones de fotos más. Seguimos andando dirección Amalienborg por una calle con varias embajadas y algún hotelazo hasta que llegamos a la zona de palacio. El Amalienborg Slot es un conjunto de cuatro espectaculares edificios alrededor de una gran plaza adoquinada abierta (es como una rotonda), con una gran estatua ecuestre en el centro. Es la residencia oficial de la familia real, pero sólo en invierno. Además de las zonas privadas, donde viven la reina y el heredero y su familia, hay zonas visitables como el museo de palacio o los jardines. Nos hicieron gracia los soldados de la guardia real con sus casacas azules y sus mega gorros negros, en sus garitas o paseando por el perímetro del recinto. Al igual que en otros países, aquí también se hace un cambio de guardia muy turístico. A las 11:30 de la mañana, los soldados salen del palacio de Rosenborg y vienen caminando hasta Amalienborg, donde hacen el cambio de turno. Ojo, la ceremonia sólo se da si la reina está en el palacio.

Amalienborg Slot

A pocos metros de Amalienborg y saliendo por la Frederiksgade está la Iglesia de Frederik, Iglesia de Mármol (Frederiks Kirke – Marmorkirken) para los daneses. Es una construcción de estilo barroco-rococó coronada por una impresionante cúpula que está inspirada en la de San Pedro del Vaticano (esta última sólo la he visto en fotos, no puedo verificarlo :P ). Pues bien, la Iglesia de Mármol casi tenemos que verla en fotos también, porque todo su perímetro estaba en obras. Así que por puro cansancio y hastío no llegamos a entrar. Aun así, el interior es espectacular gracias a la decoración de la cúpula, así que no sigáis nuestro ejemplo. La entrada es gratuita y además se puede subir a la cúpula, pero sólo en horarios muy limitados.

Amalienborg con la Iglesia de Mármol al fondo

Volvemos sobre nuestros pasos, pero el camino de regreso lo hacemos con una pequeñísima variación. En lugar de regresar a Nyhavn por la calle de las embajadas, vamos hasta el paseo marítimo donde se encuentra el edificio del Nuevo Teatro Real Danés (Skuespilhuset). Desde aquí observamos la orilla contraria del canal, la isla de Amager, donde hay otras “atracciones” turísticas  tan diferentes entre sí como la comunidad libre de Christiania y el mejor restaurante del mundo, el Noma. Después de este palizón, nos tomamos una cervecita en Nyhavn (no tan cara como esperábamos) y volvemos a casa.


Como todo no va a ser cultura y además vamos con una peque de tres años, nos guardamos un as en la manga para el penúltimo día: el Tivoli. Es el parque de atracciones más antiguo del mundo y no nos lo queríamos perder. Aunque evidentemente está modernizado y se van añadiendo atracciones según pasan los años, tiene un ambiente a antiguo que nos gustó mucho. Fuimos a primera hora y aun así, ya había una cola considerable. Ojo, la puerta no está en la fachada que da a la plaza del Ayuntamiento, sino en un lateral. Hay varios tipos de entradas, que compras tú mismo en unas máquinas expendedoras en el exterior: la más barata es la que sólo da derecho a entrar y vale unos 15 euros al cambio (los menores de 8 años no pagan);  a partir de aquí, podéis comprar la entrada y algún tique suelto para subir a las atracciones o bien una entrada “todo incluido” (ésta sí la pagan los menores). Era la primera vez que nosotros íbamos a un parque de atracciones y no sabíamos si nos iba a salir a cuenta el todo incluido (imaginaos que la niña coge miedo en la primera atracción y ya no quiere probar ninguna más). Compramos la entrada barata y una vez dentro nos subimos a dos atracciones sencillas que fueron un éxito. De todas formas, el paseo ya vale la pena. Además hay parques infantiles geniales, instrumentos musicales, animalitos, etc… que son gratuitos.






ROSKILDE

Durante los pocos días que pasamos en la capital sólo cogimos el coche una vez y fue para hacer una excursión a la ciudad de Roskilde, a una media hora de Copenhague. La ciudad es conocida por varios ítems turísticos: la Catedral, el Museo Vikingo y el Festival de música de Roskilde, uno de los mayores de Europa. Nosotros queríamos conocer la catedral y si podíamos el museo, pero la catedral nos gustó tanto que pasamos parte de la mañana dentro.

Es de estilo gótico y Patrimonio de la Humanidad desde 1995 y aunque el exterior puede parecer homogéneo, ya que es enteramente de ladrillo rojo, su interior es un batiburrillo de estilos (extensiones laterales, porches, capillas, etc). Esto es debido a que aquí se vienen enterrando los monarcas daneses desde el siglo XV, y cada uno se ha hecho la sepultura a su gusto, así que el interior del edificio ha sufrido varias modificaciones. De hecho, actualmente se está remodelando una zona para dar cabida al futuro sepulcro de la reina actual, Margarita II. Incluso hay expuesta una maqueta de lo que será su tumba, un ataúd de cristal estupendo. Actualmente, la entrada cuesta unos 10 euros al cambio.

Catedral de Roskilde

La Nave Central

El Reloj de San Jorge

Detalles

Capilla de Christian IV

Detalles
Otros datos:

Dinamarca es un país caro para nosotros y además todo es de pago, así que cualquier despiste puede desviar el presupuesto unos cuantos euros. Nosotros no cogimos ningún transporte público e hicimos pocas comidas fuera de casa, pero las veces que pisamos un restaurante, la cuenta no bajaba de los 60 euros. En los supermercados nos sorprendió la poca variedad de alimentos, sobre todo frescos (congelados y comida preparada, bastante más). El año anterior habíamos estado en Amsterdam y pensábamos que era la ciudad de las bicicletas, pero Copenhague (y el resto del país) no se quedan a la zaga. Cualquier pueblo o ciudad están absolutamente preparados para las bicis, con unos carriles a veces mejor acondicionados que la acera. Además las bicis se dejan en plena calle, apoyadas en las fachadas y sin cadenas, el nivel de robos debe ser muy bajo. El clima nos acompañó bastante, no nos vamos a quejar. Llovió fuerte una tarde (que pasamos en Ikea; sí, Ikea) y el resto fueron lloviznas insignificantes. Aunque por las noches refrescaba, durante el día la temperatura se mantuvo siempre entre 16 y 20 grados, ideal para hacer turismo sin pasar frío ni calor. Eso sí, aunque estábamos rodeados de mar, la playa ni pisarla. Ah, y puede parecer obvio, pero nos encanta que todo el mundo, toooodo el mundo habla inglés. ¿Cuándo aprenderemos?

Además de guías de viaje en papel, estas son las webs que más nos ha ayudado:
http://www.visitdenmark.es/es/dinamarca/turismo-en-dinamarca
http://www.egeskov.dk/en
https://www.tivoli.dk/en
http://www.visitodense.com/ln-int/odense/visitodense-0

RELATO DE VIAJE A DINAMARCA, por Miriam.

martes, 19 de julio de 2016

UNA SEMANA EN DINAMARCA (I) - Julio de 2016

Cuando empiezas a pensar en un futuro viaje, Dinamarca no suele ser un destino prioritario. Queda un poco a la sombra del resto de Escandinavia, poca (o ninguna) gente que conozcas ha estado allí y la información en Internet es escasa en comparación a otros países. Nosotros buscábamos un sitio a donde huir del calor, donde no tuviéramos que hacer largos recorridos en coche para ver cosas diferentes y además, family-friendly. En este relato de viaje a Dinamarca os explicó por qué nos picó la curiosidad.

Dividimos el viaje en dos partes. En primer lugar nos dirigimos a la isla central, Fionia, donde pasamos unos días de descanso en un pueblecito costero, Thuro. Los últimos tres días de nuestra semana de vacaciones, los pasamos en Copenhague. Desde ambos sitios, realizamos varias excursiones para conocer el entorno.

Compramos los vuelos a bastante buen precio en la web de Vueling (aprox.100€ por persona) y en la misma web alquilamos un Renault Clio durante una semana. Para los alojamientos solemos recurrir a Booking, pero para la estancia en Copenhague, los precios se nos iban de las manos. Así que por primera vez, alquilamos un apartamento privado en la web Airbnb y fue un acierto.

El mapa que resume nuestra semana es este: 


Desde Copenhague hasta nuestro primer alojamiento en Thuro hay unas dos horas en coche. Nosotros tardamos un poco más porque nos paramos un par de veces a hacer fotos. La primera toma de contacto con un sitio nuevo siempre impresiona. Nos impactó mucho el Great Belt Bridge (Storebaelt en danés), el puente que une las islas de Selandia y Fionia pasando por la pequeña Sprogo. Son 18 Km de acero sobre el mar Báltico divididos en dos tramos y un túnel. Es importante saber que las condiciones climatológicas, sobre todo el viento si sopla de norte a sur, pueden influir en el paso de vehículos.

Detalle del Great Belt Bridge

THURO Y SVENDBORG:

La verdad es que llegamos aquí por casualidad. Buscábamos alojamiento fuera de las áreas urbanas, en zona rural y tranquila, el típico sitio para poder salir a pasear al final de la tarde y sólo escuchar pájaros. Así que pusimos el ojo en Fionia, la isla central de Dinamarca y la segunda de mayor tamaño, que tiene como apodo “el jardín de Dinamarca”. Se caracteriza por carreteras interminables (el país es absolutamente plano) con verdes paisajes y casitas tradicionales con techo de paja. Como atractivo añadido, cuenta con un archipiélago de 55 islas situadas al sur, salpicadas de pueblecitos pesqueros, puertos y barquitos por doquier. Suelen estar interconectadas entre ellas o bien con las islas mayores, mediante carreteras o líneas de ferry. Así que en este oasis de paz pusimos el campo base para nuestros días de descanso en Dinamarca.

Thuro es una pequeñísima isla que pertenece al municipio de Svendborg, con el que está conectada mediante un puente. En coche no se tardan más de 5 minutos en ir de la ciudad a la isla. Es un sitio típico de vacaciones para gente local, cuenta con un par de zonas de baño, varios senderos por los que pasear, hay camping y B&B. También hay supermercado, panadería y un restaurante. Es un buen lugar para amantes de la pesca, contando con varios puertos pesqueros (tamaño mini). Los días que pasamos allí aún no eran temporada alta de vacaciones, así que la calma y la tranquilidad fueron constantes. 

Nuestro pequeño hogar en Thuro
Puerto pesquero

Mirando al Mar Báltico

Campiña en Thuro
Playa en Thuro

Una de las noches, probamos el restaurante Thuro Kro, el único de la isla y que resultó ser un sitio peculiar ya que además era una especie de galería de arte-museo-terraza. La carta estaba totalmente en danés, pero según nos aseguraron, medio en serio medio en broma, pensaban traducirla también al inglés. Pero sin prisas, eh...  El caso es que sin mucho miramiento, pedimos pescado de la zona, vino blanco y pastel de la casa y cenamos fenomenal. Casualmente el vino que tenían era DO St-Émilion, donde habíamos estado en el mes de Marzo.

A Svendborg le dedicamos una tarde. Aunque es la segunda ciudad en número de habitantes de Fionia después de Odense, no nos pareció un sitio especialmente turístico. Además nosotros fuimos en domingo y por lo tanto la ciudad estaba bajo mínimos, todas las tiendas cerradas y ni un alma por la calle. Seguramente la hubiéramos disfrutado más un día laborable. Paseamos por el centro y al ver que no había nada que hacer, nos dirigimos a la zona portuaria. Esta ciudad tiene una intensa actividad marítima, es sitio de salida y llegada de ferries hacia las islas del archipiélago, tiene puerto deportivo y sus astilleros han sido de gran importancia para su economía. Pero el día que la visitamos, le faltaba un poco de vidilla, la verdad. 

Una de las plazas del centro de Svendborg

Puerto deportivo de Svendborg

ODENSE, EGESKOV SLOT Y FAABORG:

Odense era unos de los sitios que queríamos conocer sí o sí. Es la ciudad más grande y capital de Fionia que además cuenta con un “hijo” mítico, Hans Christian Andersen. Yo creo que de pequeña me leí el 90% de sus cuentos, El Patito Feo, La Cerillera, El Soldadito de Plomo…  qué recuerdos. En Odense estuvimos medio día más o menos, en parte porque no entramos en ningún sitio y sólo nos dedicamos a pasear. Además, algunas zonas de la ciudad estaban en obras (por ejemplo, de la Catedral de St. Knud y del parque adyacente no tenemos ninguna imagen). Es una ciudad donde todas las cosas de interés están cerca y es fácil visitarla a pie.

Aparcamos en las afueras para evitar las zonas de pago y caminamos unos 15 minutos para llegar al centro. Instintivamente íbamos en dirección al campanario que veíamos desde allí, que pensamos que debía ser la catedral. Más por casualidad que por otra cosa, dimos con una callecita que se llama Nedergade; en ella se sucedía un anticuario tras otro y es que habíamos llegado a una de las zonas más antiguas de Odense, con casas que se remontan al siglo XVI. La calle finaliza en un cruce, donde está la estatua del Soldadito de Plomo. Hay estatuas dedicadas a los cuentos de Andersen por toda la ciudad.


Casas de Nedergade
Casas medievales en Odense
El Soldadito de Plomo

Caminando 5 minutillos más y tras cruzar una gran avenida, llegamos a la zona de la catedral, que como he dicho antes estaba en obras. Ésta, es de estilo gótico y está construida en ladrillo rojo, típicamente danés. En su interior, reposan los restos del patrón de Dinamarca, San Canuto (St.Knud) y por ello ha sido un importante lugar de peregrinación. La Catedral de St Knud y el Ayuntamiento de Odense (Radhus) rodean la Plaza del Ayuntamiento. La plaza es peatonal y en ese día acogía un mercadillo de antigüedades. En el centro hay una estatua dedicada a Oceanía, que unos niños usaban como tobogán, la mar de divertidos. Desde allí, cogimos una calle peatonal larguísima, Vestergade,  la típica calle comercial que encuentras en cualquier ciudad europea. Recorrimos un buen trozo, encontramos la estatua dedicada a la historia de La Aguja de Zurcir (feísima, por cierto) y tomamos un café con leche y un trozo de tarta de manzana que nos llamaba a gritos. 

Pero lo que buscábamos no era ver tiendas, así que tomando una de las calles laterales que salen de Vestergade, acabamos acercándonos al barrio que acoge la casa de Andersen. El barrio en su momento fue de los más humildes de Odense, pero ahora es un conjunto de calles pulcras y cuidadas con las tradicionales casitas bajas danesas pintadas de colores llamativos. Una de ellas, de color amarillo y bien señalizada, es la casa del escritor. Actualmente es un museo al que se accede, no por la puerta de entrada de la casa, sino por un moderno edificio de cristal que está en su parte posterior. Allí también encontraréis una explanada de césped al pie de un lago y una especie de teatro donde se hacen representaciones de cuentos. Tras un paseo por el barrio, volvimos al centro para comer en una de las decenas de pizzerías que hay y dimos por finalizada la visita a Odense. Si vais con niños, hay parques infantiles por doquier, así que cada cierto tiempo os tocará hacer una paradita ;P.

Barrio Andersen

H.C. Andersen Hus

Museo Andersen
Toca divertirse

A pesar de que nosotros lo dejamos aquí, si se dispone de más tiempo hay más cosas que ver en Odense. Además de la catedral a la que no entramos, está el bonito parque que la rodea con un paseo fluvial, o el Castillo de Odense. Es buena idea dedicarle un día entero a la ciudad.

Nuestro siguiente punto de mira es uno de los destinos más visitados de Fionia, tanto por daneses como por turistas, el Castillo de Egeskov (o Egeskov Slot). El lugar no sólo se visita por el castillo en sí, sino por todo el recinto que lo rodea. Allí uno puede pasar perfectamente el día entero, sobre todo si se va con niños, ya que hay jardines, laberintos, museos, zonas de juego, de picnic... El castillo se encuentra en la localidad de Kvendrup, a la que se accede por la carretera que une Svendborg y Odense. Está abierto de Abril a Octubre y las entradas se pueden comprar allí mismo o en su web. Los precios varían según el tipo de entrada, se puede visitar el recinto solamente o pagar la entrada completa (jardines y castillo). Además se pueden comprar pases para varios días. Nosotros pagamos la entrada general de adulto de un día, sin castillo, que nos costó alrededor de 24€ al cambio. Los menores de 4 años entran gratis.

Mapa en mano y tras superar la taquilla y atravesar una parte del jardín, llegamos a la zona del castillo (por cierto, fuimos los primeros en entrar, esto no me había pasado en la vida). Estábamos absolutamente solos y pudimos hacer varias fotos; poco después llegaron hordas de japoneses y hubiera sido imposible.


El Castillo de Egeskov

El castillo data del Renacimiento (s.XVI) y aunque hoy es un edificio precioso con un entorno idílico, la verdad es que fue construido con función defensiva. Está hecho de ladrillo rojo, como otras edificaciones danesas, y se levanta en medio de un pequeño lago sobre una base hecha de roble. El castillo es de propiedad privada (Conde Ahlefeldt) y hay una zona reservada donde vive la familia propietaria. La finca que lo rodea abarca hasta 20 hectáreas, la mayor parte de las cuales están abiertas al público.

Sólo pasear tranquilamente por los jardines llevaría horas. Hay hasta doce jardines diferentes, entre los cuales nos gustaron mucho el jardín aromático o el Kitchen garden, el huerto de la familia. Hay un jardín acuático, una rosaleda preciosa, etc...


The Rose Garden
Los otros habitantes de Egeskov
The Renaissance Garden

Si salimos de los jardines y pasamos a la zona de museos, también podemos pasar horas. Hay exhibiciones de todo tipo y además enormes: coches clásicos, deportivos, carruajes, motos, moda, comestibles, juguetes, aviones! Aquí hay una muestra:






Cansados ya de ver objetos de todo tipo nos vamos hacia la zona de actividades, por llamarla de alguna forma. Aquí es donde nuestra peque se lo pasó pipa. Hay varios laberintos (de donde tuvimos que salir dando media vuelta porque no había manera de encontrar la verdadera salida); un recorrido por las copas de los árboles a 100 metros de altura, poca broma; un parque infantil enorme y con juegos para varias edades, desde bebés a pre-adolescentes; un parque genial, llamado Great Grandfather's Playground (el parque del bisabuelo), donde encontramos juegos del siglo pasado hechos en madera, tipo carretillas, zancos, un juego de bolos... para toda la familia. En esta zona también se puede descansar, hay mesas, kioskos de comida, lavabos...


Zona de juegos
Tree Top Walking
La verdad es que pasamos un gran día, el tiempo nos acompañó muchísimo y es un buen sitio para ir en familia.

La última excursión que hicimos en Fionia desde nuestro retiro en Thuro, fue a Faaborg, una pequeña localidad situada en el sureste de la isla y a media hora en coche de Svendborg. Para compensar el buen día que nos hizo en Egeskov, en esta ocasión no dejó de llover, así que tuvimos reducir la visita bastante. Callejeamos sin mapa por el centro y después por el puerto hasta que nos cansamos de lluvia. Hicimos más o menos lo mismo que en Odense (teniendo en cuenta que Faaborg es mucho más pequeño), es decir, dejar el coche aparcado a las afueras y cerca del puerto, localizar el campanario y dirigirnos a él. Caminando en paralelo al mar, llegamos a un cartelito que señalizaba el centrum y por allí entramos a una calle llamada Strandgrade. Tuvimos la primera toma de contacto con las casas bajas y coloreadas que nos acompañarían durante todo el paseo. Desde Strandgrade, cogimos una calle que apareció nuestra derecha, Torvet, que se dirigía al campanario que habíamos tomado como referencia. Pasamos por una plaza donde había un conciertillo de jazz y se habían colocado mesas y bancos para disfrutar la música (bajo la llovizna, eh). Y a partir de aquí, nos adentramos en la zona más antigua de Faaborg. El mencionado campanario es la Torre del Reloj (Klokketarnet) de la Iglesia de San Nicolás, que tiene seis siglos a sus espaldas. Se puede subir y contemplar la campiña y el archipiélago del sur, aunque nosotros no lo hicimos. Bajo la lluvia localizamos el Museo de arte de Faaborg, atravesamos un bonito cementerio, vimos casas antiguas con sus torcidos entramados de madera, atravesamos la plaza "mayor" con su escultura de nombre impronunciable de un hombre amamantado por una vaca... Y saliendo del centro, nos dirigimos a la zona portuaria, donde además de la zona de barcos de recreo, está el puerto de ferries hacia las islas. Seguramente, si el clima hubiera sido más benigno, habríamos intentado visitar la isla de Aero, pero lo dejamos para otra ocasión.
Algunos detalles del casco antiguo de Faaborg bajo la lluvia:






Aquí se acaban nuestros días en Fionia. Desde aquí nos dirigimos a Copenhague para pasar unos días antes de volver a casa.

Continuará...