viernes, 18 de diciembre de 2015

VALLES DE NAVARRA (1) - Noviembre 2015

Todos los años nos guardamos unos días de vacaciones para hacer una escapada otoñal. Y acostumbramos a ir a alguna zona rural, con bosques para pasear y buena gastronomía. Este año hemos escogido la montaña de Navarra. La idea era conocer el Valle del Baztan y alrededores y la verdad es que venimos encantados. Este es un relato de viaje al Valle del Baztan durante el mes de Noviembre de 2015.

Nos desplazamos a Navarra en tren. El recorrido Barcelona-Pamplona se hace en apenas 4 horas que, entre siestecita, lectura y café se pasan rápidamente. El resto del viaje, lo hicimos en coche.
Nos alojamos en la localidad de Narbarte, a unos 40 minutos de Pamplona. Narbarte es un pequeño pueblo que pertenece al municipio de Bertizarana, del cual es su capital. Allí reservamos un apartamento de 2/3 plazas, el Petitxenea, amueblado de manera rústica, super limpio y con un pequeño jardín privado con columpios, tumbonas, barbacoa... Lástima que a las 18h ya es noche cerrada y lo aprovechamos poco. La ubicación, genial para conocer la zona.

El Valle transfronterizo de Xareta:
El primer día, domingo, decidimos coger el coche y ver el área más al Norte de Navarra y además escaparnos a Francia. El recorrido que hicimos fue este: 





Buscando información sobre la zona habíamos descubierto que dos de los pueblos más bellos de Francia, Ainhoa y Sare, están a tiro de piedra de Narbarte (no más de 25 minutos) y allí que nos fuimos. En principio, pasar la frontera francesa en Dantxarinea no representa ningún problema, pero nosotros fuimos justo dos días después de los atentados de París y tardamos más de lo previsto en cruzarla. Había policia armada por todas partes.

La primera parada fue Ainhoa.

Ainhoa es un pueblo muy cercano a la frontera con Navarra que pertenece al departamento francés de Aquitania. Su única calle está flanqueada por las típicas casas blancas de la zona, con sus balcones y ventanas de vivos colores, rojo sobre todo. Estas casas, además de viviendas, albergan tiendas, restaurantes y alguna galería de arte. A medio camino, encontraréis el bonito cementerio de Ainhoa, con sus tumbas cuidadísimas y llenas de flores. Algunas de ellas presentan curiosas estelas discoidales de varios siglos de antigüedad, representación del arte funerario vasco. Adosada al cementerio, la Iglesia de la Asunción. Una vez visto el cementerio, si seguís paseando por la calle, llegaréis al centro del pueblo, la plaza del frontón y el ayuntamiento.










Desde Ainhoa nos desplazamos a Sare. Este pequeño pueblo también consta de una calle principal que va a parar al núcleo central, la plaza, donde encontraréis el ayuntamiento, el frontón y la Iglesia de San Martín. Una vez más, la arquitectura de la zona, labortana se llama, se hace presente aquí. Como nos estaba haciendo un día soleadísimo, nos sentamos a tomar un café au lait acompañado de gâteau basque en una terracita situada en un lateral de la iglesia. El gâteau basque (pastel vasco) es un dulce tradicional de masa quebrada y normalmente relleno de crema. No dejéis de probarlo.
Los pueblos son muy bonitos, pero sin duda el entorno hace que valga la pena desplazarse. Los campos verdes salpicados de caseríos y rebaños de ovejas son una maravilla. Nosotros no tuvimos oportunidad de disfrutarlo pero hay un tren turístico que lleva al Monte Larrun en unos 30 minutos, desde donde se puede contemplar el precioso paisaje vasco.



Por último y ya con la idea de comer algo, volvimos a cruzar la frontera para acercarnos a Zugarramurdi. Este último pueblo es un pelín más grande que los dos anteriores, contando con unos 250 habitantes. El núcleo, limpio y bien cuidado, está formado por caserones enormes y la imponente Iglesia de la Asunción. El estilo arquitectónico de las casas es diferente al de Sara y Ainhoa. Al ser tan turístico encontramos restaurantes y tiendecitas por todas partes. Pero no son los caseríos los que nos traen a Zugarramurdi, ya que en realidad este nombre viene asociado a historias de brujas y aquelarres. En este caso, no podemos decir que sean leyendas sino historias muy ciertas, ya que durante el s. XVI se llevó a cabo en esta zona una verdadera caza de brujas por parte de la Inquisición. Todas estas historias se dan a conocer en el Museo de las Brujas (Sorginen Museoa) y en la Cueva de Zugarramurdi, los verdaderos objetivos de la visita.





Tras dar una vueltecilla por el pueblo, pero antes de ir a ver las cuevas, buscamos un sitio para comer. Ligeramente alejado del centro, localizamos un restaurante donde comimos fenomenal. El restaurante se llama Graxiana y tiene un amplio comedor y una gran terraza. La decoración está ambientada en las brujas, lo que a los niños que había por allí les encantaba. Tienen un menú por 12 euros que está genial y también disponen de menú infantil. Recomendado.

Ya con el buche lleno, nos vamos en busca de la famosa Cueva. Ésta se encuentra a unos 500 m de Zugarramurdi y hay que darse un paseillo por un camino perfectamente señalizado que sale del pueblo y que también pasa por delante del Museo. La entrada nos cuesta 4 euros por cabeza.
La cueva es un gran agujero, que en algunos lugares llega a tener hasta 12 m de altura, situado en un bonito enclave natural. Cuentan que este túnel, excavado por el Orabidea, fue el escenario de los aquelarres y rituales mágicos llevados a cabo por las brujas siglos atrás. Nosotros hicimos el recorrido, a un ritmo muy lento, en aproximadamente una hora.
Al salir de la Cueva nos dirigimos al Museo. Como somos especialistas en no llevar nada preparado con antelación, desconocíamos los horarios, así que nos lo encontramos cerrado y nos dio pereza esperar a que abrieran. Así somos, quedará para otra vez.





RELATO DE VIAJE AL VALLE DEL BAZTAN, por Miriam

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